martes, 10 de diciembre de 2013

Diana.


Nadie habla ya de los corazones emigrantes, esos que derrotados deciden cruzan meridianos y paralelos para sentirse mejor. Tampoco se habla ya del corazón de acero, duro y rígido, imposible de acceder a el sin permiso. Ni de los corazones costureros cuya función es remendar heridas y coser esperanzas. ¿Dónde están los corazones salvajes? Esos que actúan más que piensan, llevados siempre por la pasión. ¿Y los corazones embusteros? Que envenenan y transforman a los de su alrededor. Ya nadie se preocupa por los corazones muertos, asesinados a punta de palabra. Ni de los corazones malditos, soberbios, ahogados en un vaso de whisky. Pobres corazones solitarios que deambulan por las calles creyendo no necesitar ni una miserable muestra de afecto. ¿Y qué me decís de los corazones suicidas? Esos que se lanzan sin paracaídas y cuya caída siempre acaba por destrozarlos. ¿Alguien recuerda lo que era un corazón valiente? Aquel que se mantiene firme y sabe decir “no” a un corazón que espera pacientemente una clara señal de “volvamos a intentarlo”. Valientes también aquellos que son capaces de mirar a los ojos al fantasma del pasado solo para decirle “sigo pensando en ti”. Y es que a día de hoy solo somos capaces de ser corazones científicos, de esos que solo creen en un tipo de corazón, quedando siempre escondidos (rezagados) los corazones que viven por aquellos que dejaron de latir por viejos o enfermos pero felices al llegar al fin de sus días. 

Todos ellos corazones supervivientes.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Sara.


Benditos son los dedos que aun recorriendo las páginas roídas de este antiguo libro son capaces de distinguir entre lo que pudo y nunca volverá a ser. Buenos son los consejos de aquel que dijo que el engaño, no ya por la aplacable conciencia a la que tapamos la boca continuamente, puede llevar solo en una dirección, la del adiós. “No es la historia de tu vida si eres capaz de besar otros labios” se atrevió a añadir. Y yo, mi amor, soy incapaz de besar otros que no sean los suyos. Admirable cambio de alguien que solo puede definirse de una manera “caótica Sara”.  

Sonrio sabiendo que te irá bien. Siempre tan tú. Insustituible al fin y al cabo, pero debes saber que ahora camino sobre seguro. Guardando los buenos momentos en mi rincón favorito, los recuerdos, y queriendo más que nunca a quién todos los días me regala las ganas de volar (sin alas). Volar como quién dijo una vez con  “pasaporte de pájaro”.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Alba.


Es posible que fueran las ganas de huir de aquella ciudad del cierzo lo que intensifico todo. Hacer una maleta sin saber el destino y desear (con todas tus fuerzas) un viaje idílico y aventurero. Y así fue, más idílico que aventurero pero perfecto al fin y al cabo. Y pronuncio la palabra “perfecto” sabiendo lo que ello conlleva. Dos días sin maquillaje porque “así estas bien”, y te tiro a la cama y te lanzo una almohada porque es posible que tengamos menos años de los que nos corresponden. Dos días durmiendo a tu lado, robándome las sábanas o dándote cabezazos, de esos que nos hacen reír. Porque soy un desastre, siempre me lo recuerdas. Y que me dices de esos baños romanos y esas fotos a escondidas. Podría haberme quedado allí entre vapor y eucalipto toda la vida, respirando la tranquilidad de poder disfrutar de ti contigo (como suelo decir las muchas veces que escribo sobre nosotros), o esas corrientes de agua que siguen demostrando que tu estás hecho para el engaño y yo para perder, pero siempre (siempre) queriéndonos mientras jugamos. Y bueno, puedes definirte como el mejor meteorólogo del país pero sigo pensando que mirar el tiempo en Google no tiene merito alguno, aunque nevar nevó. Y con ganas. Como las ganas de lanzarnos bolas de nieve en un parque deshabitado.
Hoy vuelvo a escribir para recordarme a mi misma lo afortunada que soy de tenerte a mi lado, no de haber recibido el regalo más caro de todos (yo siempre me he conformado con poco, lo sabes) sino de haber recibido el más mejor regalo de cumpleaños del mundo, a ti con una maleta, una cama, una cerveza y tu sonriéndome como siempre. Como cada vez que me dices te quiero con los ojos aunque no lo pronuncies.

Gracias 

martes, 26 de noviembre de 2013

Ariadna.


Yo también me hubiera cambiado por cualquier mujer con los ojos azules. No te reprocho que lo hayas hecho. Supongo que prefieres buscar sentimientos en unos ojos con fondo; hacer pie y nadar sobre seguro. Los míos supusieron siempre un gran problema para ti, tan oscuros como la pez; sin un suelo al que agarrarte o al menos vislumbrar. Quizás fue ese el problema, que buceaste demasiado y te perdiste. En mi y mis rarezas. Hoy he tenido la extraña sensación de quien echa de menos a alguien que sabe que nunca le perteneció del todo pero siempre quiso. 

Hoy has vuelto a doler.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Melisa.


"Medir tiempos para crear casualidades. Propiciar un “No sabía qué” pero saber, sabía demasiado. Ajustar las manecillas del reloj para provocar un reencuentro (con tus manos). Y retroceder en el calendario tantos días como tiempo tardo el corazón en recomponerse. Qué sigue lleno de grietas por las que te cuelas sin permiso y soy incapaz de gritar “detente”. Y sumergirme de nuevo en el cielo de tus ojos, aunque duela. Porque me dan la vida, esa misma que me robaste a besos por las mañanas y mataste a golpes por las noches. Golpes que no sangran pero duelen. Igual que tus ojos."

El frío entumecía sus piernas hasta el punto de sentir dolor, pero mantuvo la mirada. Si bien lo había llegado a odiar en otro tiempo y lugar ahora era incapaz de contener sus pensamientos. Debía seguir queriéndolo demasiado si era capaz de pensar aquel tipo de cosas en una fracción de segundo.

“Debería escapar de este noviembre sin ti, el invierno parece más dulce con todas esas luces dispuestas a hacerte creer. En algo mejor. En alguien mejor.”

Aparto su mirada de él, giró sobre sí misma y desapareció corriendo entre las oscuras y frías calles de Madrid.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Celia.


Ni siquiera sabía que te ibas de viaje cuando alguien (no sabemos quién) decidió que era hora de partir. Hiciste las maletas en silencio. Guardaste tus sonrisas, tus bromas, tu felicidad y tu cuerpo dentro. Y te fuiste. Te fuiste y se te olvido llevarte nuestras lágrimas, nuestro dolor y tus recuerdos. Eso se quedo aquí entre nosotros. Entre paredes, lugares y palabras que nos recuerdan que exististe un día no muy lejano.

Te marchaste un uno de noviembre hace cinco años y, a día de hoy, seguimos buscando la manera de no echarte tanto de menos. Que suerte tenerlas a ellas, “más valientes que las pesetas” como diría mi abuela, tus hijas. Esas mujercitas con vitalidad desbordante que nos recuerdan lo afortunados que fuimos al tenerte en nuestras vidas casi 17 años (en mi caso). 

Son idénticas a ti. 
Son vida en estado puro.

sábado, 26 de octubre de 2013

Octubre tiene tu nombre.


Va hacer un año desde qué.
Me colé en tu casa, en tu cama, entre tus manos.
Y bueno, no nos va tan mal. Sigues amaneciendo enredado en mi pelo alguna que otra mañana, riéndote de mí por esa cara (que dices) tengo tan graciosa al despertar. Sigo recibiendo besos (casi) todos los días, y aunque nunca son suficientes al menos si que lo son cuando estoy falta de energía.
Deberías saber que mi momento preferido de la semana sigue siendo perderme contigo entre las sábanas y recibir besos de esos que soy incapaz de describir, y que lo único que consiguen es hacerme reír. Deberías saber que si tengo que imaginarme la vida dentro de unos cuantos años, me la imagino contigo. Que gracias a ti hoy soy una persona más rica en amistades y que me sobran las ganas de seguir conociéndolas a tu lado. Que sigo perdiéndome en tus ojos cuando me miras con ternura, y sigo apartando la mirada cuando consigues ponerme nerviosa. Que las mariposas siguen ahí, en nuestra habitación, en la misma en la que hace un año me conociste. De verdad. Deberías saber que, a día de hoy, soy la persona más afortunada del mundo. 
Pero tú todo eso ya lo sabes.
Así que no, no nos va tan mal.  
Yo diría que nos va estupendamente.

Y seguir viajando a través de la vida cogidos de la mano.
Y quererte hoy y mañana y siempre.

sábado, 19 de octubre de 2013

Rosa.


Era delgada como ninguna y su manera de vestir rozaba lo extravagante. Andaba de allí  para acá zarandeando los brazos mientras sus grandes anillos se movían al mismo compás. Poco puedo decir de aquel ser extraño que paso por mi vida de manera fugaz; plantó su dedo en mi y me preguntó que me gustaría cambiar de mi misma. Como esas estúpidas preguntas que te hacen en las entrevistas de trabajo, "¿Cómo se define?" 
¿Qué contestar? Qué suerte la de aquellas personas que afirman conocerse a sí misma en todos los sentidos. Yo rondaba los 25 y aún andaba pérdida por el mundo del “sí mismo”, discutiendo sobre lo que era y lo que quería llegar a ser algún día. Supongo que al no saber lo primero no podía llegar a lo segundo. Yo que sé.

-          Perdone, ¿Qué le gustaría cambiar de sí misma? – Repitió alegremente.
-          Hay gente que afirma que uno mismo no puedo cambiar.
-          Ay mi niña, eso es mentira. Todos y cada uno de los seres humanos tenemos el poder de cambiar. Normalmente las personas se quedan en su pequeña área de confort porque es lo que les resulta más cómodo. Son los llamados conscientemente incompetentes. Son conscientes de que hay algo en su personalidad que sería posible mejorar pero llenan de excusas su boca y siguen viviendo su vida. Dime niña ¿tienes algo que puedas mejorar?
-          Creo que sí.- Dije bajando la cabeza.- Verá mi problema reside en la mente. Soy algo más que pesimista, sobrepaso la línea del pensamiento catastrófico antes de que ocurra nada.
-          Debo admitir que esos son los peores. Eres una joven valiente, de lo contrario no estarías aquí. Debes saber controlar tus emociones y, sobretodo, tus pensamientos, solo así sabrás actuar correctamente. Crea pequeños planes de batalla para conseguir ganar tu propia guerra. Pequeños pasos como levantarte por las mañanas y pensar en lo fea que sería la vida sin ti. Repetir en voz alta que eres valiente. Y las mujeres valientes no se derrumban a la primera de cambio.- Añadió cogiéndome de la barbilla.- Cuando consigas no caer en los malos pensamientos solo tendrás que hacer una cosa, premiarte. Solo así crearas a la persona que quieres llegar a ser.
-          Parece fácil pero en la práctica no resulta tan sencillo.
-          Una vez un amigo mío me dijo qué si visualizas algo con mucha fuerza, mucha, mucha fuerza lo consigues.

Cogió su maleta llena de libros, beso mi frente, me guiño el ojo y se fue.  

miércoles, 16 de octubre de 2013

María.


Compre sueños e ilusión, compre un “quizás esta vez sí”; un “nosotros” después de haber sido siempre un “yo”. Compre un billete dirección a tus lunares, y tus abrazos. Lo compre todo. Y lo hice porque estaba en garantía (como poco) de un año. O eso dijiste tú.
Y es que después de llenar una maleta de emociones, de recorrer kilómetros de altas expectativas; de subirme a la montaña más alta y tirarme por el precipicio de la distancia, después de vivir agarrada de tu mano durante todo nuestro viaje, me rompes en dos. Y me dices pacientemente que no es el momento, como quién va a devolver un juguete que no le ha gustado, pero que ya ha utilizado. Si es así devuélveme los sentimientos. Los quiero enteros, tal y como te los mostré. Como cuando aún estaban en perfecto estado. Devuélveme el tiempo que perdí a tu lado. Mi felicidad al ver tus sonrisas. Pero sobretodo no te olvides de devolverme el tiempo que perdí en quererte. Menos mal que aún me quedan las palabras para escribir, a pesar de que me he quedado sin voz de tanto gritar que te echo de menos (en silencio).

Y ahora, largo de aquí. Ya no te queda ni un solo espacio en mi corazón.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Miriam.


Me sorprendió tanto aquella pregunta que a punto estuve de tirar mi copa al suelo. Tome aire y conteste sin resentimiento alguno (nuestra historia tenía un punto final desde hacía ya bastante tiempo). 

– Verás creo que lo principal es comprender que a los sentimientos no se les guía ni se les dirige. Si él decidió dejarte buenas razones tendría para ello. No me refiero a que te comportaras mal con él, al contrario, me refiero a que no tenías lo que él necesitaba. He pasado por varias vidas aplastando sentimientos, cosiendo corazones heridos para descoserlos mucho después. He escrito sobre todos ellos, he hecho versos con los besos que me daban. ¿Peculiar? Puede ser, unos se atreven a decir “contigo todo era más fácil” mientras que otros, los más desafortunados, me han tildado de tormenta tropical. Inestable, arrolladora. Qué más da, al fin y al cabo ellos nunca fueron lo que yo necesité. Por eso les hice daño, por no mantener a mi lado un corazón que a mi entender no me pertenecía. ¿Qué cómo puedes enamorarle? No puedes. Hoy aún tengo la certeza de que si de una elección se tratara, él volvería a elegirme a mí una y otra vez. Hay historias que es mejor dejar de escribir, pero solo para poder comenzar otras que realmente merezcan la pena ser narradas.

martes, 3 de septiembre de 2013

Nerea.


Querido ex-amor:

Que fácil resultaría escribir un mensaje de esos en peligro de extinción y qué difícil es dejar de ser tu misma en este tipo de situaciones, quizás por eso hoy me veo en la obligación de escribir(te). Todos sabemos que en este tipo de días se compinchan cabeza-corazón y no hay quien les lleve la contraria. 
Creo recordar que hace un año aún teníamos planes escritos y un futuro prometedor.  No sé muy bien qué decir. ¿Debo desearte felicidad? ¿Una novia mejor? Ojala hubiera sabido quererte como querías y merecías. Doy la bienvenida a septiembre con la certeza de que actué mal, sabiendo que nunca tuve paciencia contigo. No te ame con sinceridad, no pude ver a través de ti. No supe valorar lo que tenía. 
Con un poco de suerte el año que viene no recordare ni el día en el que vivo, no-recordare-tu-día. Espero y deseo que estos 22 se lleven tus 23 consigo y no vuelvan a mi memoria nunca más. Y es que vuelvo a pisar septiembre con la certeza de que nunca me llegaste a comprender, con la sensación de que te quisiste más a ti mismo de lo que me quisiste a mi algún día. No supiste darme lo que necesitaba, no quisiste mantenerme a tu lado. Y ahora, que quieres que te diga, somos dos (des)conocidos que se topan de vez en cuando. Vivimos preguntándonos qué será el uno del otro, si habrá sido capaz de olvidar. Este es mi regalo, mi último presente. Esta es la última vez (prometido). No molesto más, me voy por donde vine, tengo mejores corazones que amar y muy poco tiempo para aprovecharlo. 

Felicidades ex-amor. 
Feliz septiembre sin mi.

martes, 27 de agosto de 2013

Miley.


Y es que cada día que pasa estoy más segura de que fuiste tú, pequeño ladrón de almas, el que inhalaste la poca vida que me quedaba.  Me agarrabas de la cintura mientras, a escondidas, destruías todas las promesas que,  en pleno éxtasis del amor, te habías atrevido a pronunciar. Hoy sigo anclada a todas esas mujeres que te pertenecieron mientras me hacías el amor, y no solo a ellas. Sigo odiando a aquellas que ni siquiera conozco y que se encargan de prepararte noches en vela con rumbo hacia lo que tu llamabas cielo. Y aprender a sobrevivir no me sirve, ya ves, aquí estoy copa en mano escribiendo cuentos sin un “y comieron perdices”.  Y ahora solo soy capaz de exhalar recuerdos y una migaja de “quizás vuelvas a ser quién un día fuiste (como al principio de todo)”.

Si pudiera arrancarme este dolor como quién se arranca una tirita, si pudiera romper esa sonrisa con un solo portazo, si pudiera dejar de temblar cada vez que te veo. Si pudiera. Pero no puedo. Por eso, incapaz de no coger el teléfono cada vez que me llamas, vuelvo todas las noches a tu cuarto, para poder ser tu polvo mejor que llegar a ser tu nada.

lunes, 26 de agosto de 2013

Cristina.


Pasaran los años y seguirás recordando el color del pasillo que te llevaba a su habitación. Yo, cinco años después, aún recuerdo el frío tacto de la barandilla metálica, el verde de las paredes, la hora y el dolor. Qué puta la vida que te ha hecho este regalo de cumpleaños. Que más que un regalo ha sido como un jarro de agua fría en toda la cara. Y es que amiga, a ti te ha tocado madurar antes de tiempo. 

En la distancia, hoy solo soy capaz de ofrecerte  las manos, los abrazos y los besos que te falten a partir de ahora. Que no lloren tus ojos, esos que se achinan cuando te ríes. Que no se pierda tu sonrisa, esa tan bonita y que tan poco te gusta mostrar. Mi pequeño bichillo él seguirá queriéndote esté donde esté, él cuidara de ti.

Porque la vida es realmente maravillosa solo si te veo sonreír.

lunes, 19 de agosto de 2013

Alba.


Hoy tus ojos han vuelto a mirarme. Como al principio, como cuando aún no sabían lo mucho que me iban a querer. Como cuando me apartabas la mirada por vergüenza. Hoy en mucho tiempo he vuelto a cerrar los ojos y a sonreír (a tu lado). Porque hay sensaciones, que aún siendo escritora ocasional, soy incapaz de explicar. Hoy prefiero vivirlas, sentirlas y amarlas; guardarlas en mi pequeño baúl de los recuerdos. Lo que yo llamo corazón. 

Que la vida no cambie, y tú tampoco.

Blancanieves.


Mira que siempre escuche por boca de otros que los duelos eran solo aptos para caballeros. Un combate a muerte cuyo único superviviente es vencedor de su propio honor. Debe ser que soy una de esas mujeres más hombre que mujer, y armada hasta los dientes decidí que esta justa la ganaba yo. Coloque mi orgullo en la mano y dispare con lo único que podía hacerte más daño que la propia bala, mi ausencia. Me retire a vivir en mi misma y llene mi cabeza-cuerpo-miocardio de optimismo y soberbia. Quise quererme más de lo que te quise a ti y para ello tuve que viajar al norte, allí donde los sentimientos, irremediablemente, acaban congelándose. A mi regreso solo cabía esperar. Esperar el momento. ESE  en el que dependiendo del corazón te proclamas vencedor de la partida.


Ha pasado ya casi un año y sigo rezando (sin ser creyente) para que las pulsaciones se mantengan en su sitio cuando volvamos a encontrarnos. Qué putada (si me permites la expresión) que me hayas tendido una emboscada. Yo estaba dormida y a ti te pareció que la mejor manera de ganar esta batalla era presentarte en uno de mis sueños y destrozar cada uno de los escudos que con tanto esfuerzo-sufrimiento-llanto había construido para mi.

Maldito bastardo. 
Hoy me he levantado con ganas de ti. 

Me retiro.

jueves, 15 de agosto de 2013

Karen.


Les contare que mi vida estuvo llena de idas y venidas, de pasiones suicidas que acababan volviéndome loca, hasta que llegaste tú. Les contare que fuiste el perfecto novio que cualquiera podría haber deseado, que trabajabas sin descanso para conseguir lo que nos haría más felices; el dinero. Justificare tu cansancio al llegar a casa todas las noches repitiéndome una y otra vez  que “madurar es esto”. Trabajar. Contare el número de veces que espere despierta (hasta las tres de la madrugada) a que me tocaras, quizás una pierna, con intenciones de pecar. Les diré la verdad, que los cumplidos llegaban con cuenta gotas y que las bromas e insultos empezaron a ocupar un lugar más amplio en nuestros corazones. Que, a tu lado, una vez me sentí querida pero nunca me sentí deseada. 

Y mientras pienso en cómo será mi futuro (porque hay miles de euros en juego) sigo abierta de piernas contigo al lado durmiendo. Esperando que algún día no regreses a casa tan cansando como para hacer(me) el amor. Y que quieres que te diga, no hago más que recordar aquel vídeo que encontramos por casualidad. Aquella misma tarde dijiste que te recordaba a nosotros. “Requiere un mantenimiento exhaustivo” repite aquella voz. Rebobino una y otra vez para escucharla cada vez con más claridad. Y no puedo evitar pensar en que algún día, sin avisar, recogeré mi cepillo de dientes de tu cuarto de baño y me iré, porque como dice Hank Moody  “Este es un mundo enorme y malo, lleno de vueltas y recovecos y basta con parpadear para que desaparezca el momento”.

Nuestro momento.

domingo, 28 de julio de 2013

Elvira.


Aquí estoy, en una de esas estaciones de tren que guarda un alto nivel de corazones rotos y soledad. Después de dos semanas teniendo un hombro en el que dormir ¿Cómo esperas que consiga conciliar el sueño sola a partir de ahora? Ya no habrá más besos a media noche ni te quieros susurrados al oído, pronunciados cuando estás en el más profundo de los sueños y nadie me escucha, solo tú. Y es que solo tengo ganas de seguir los raíles de esta lúgubre estación y caminar dirección a “mi salvación” como solía llamarte en un principio.
En el octavo vagón recuerdo ese “faltas” escrito en un sencillo mensaje al que le falta un “me”, porque el resto de personas no necesita de mi cuerpo, de mi risa y mi media sonrisa para sobrevivir. Solo tú. E inevitablemente mi mente viaja a través de tus palabras “Tienes un lunar en el oído, aunque dudo que alguien más lo sepa”. Y me siento feliz. No he podido elegir mejor compañero de viaje. 

Me haces tener las mejores vistas de la vida.

domingo, 21 de julio de 2013

Natalia.


- Dicen que has vuelto a quedar con maría, que la respiras día si día también, que buscas a menudo polvo con el que alimentar los fantasmas que te persiguen a media noche. Dicen que has cambiado la cerveza barata por el whisky en copa de cristal, que visitas los bares cada vez más. Que piensas recorrer en agosto las islas del Mediterráneo en busca de consuelo y compañía. Que ya son varias las mujeres que han pasado por tu cama y no has quedado satisfecho. Qué pena que en este juego no pueda devolverse el dinero –pensabas al acabar todas las noches-. Dicen que andas regalando besos pero que ni siquiera son de esos que merece la pena probar. Que lo intentas, que acaricias sus rostros con ternura, pero que sus pieles nunca son tan dóciles como la suya, que las miras intentando ver más allá, pero sus ojos no consiguen atraparte ni la décima parte que sus pupilas. Dicen que tienes pensado saltar por acantilados en busca de adrenalina y algo que erice tu piel. Quizás el mar se trague todo lo que abre tus heridas cada domingo. Dicen que jamás volverás a verla. 
- Jamás es demasiado tiempo. Estoy seguro de que nos volveremos a ver, quizás, en el infierno. 

viernes, 5 de julio de 2013

Jara.

¿Arriesgo demasiado hablando en general? Las mujeres estamos capacitadas para tener varias personalidades en un mismo día, incluso me arriesgaría a decir que en un periodo de media hora. Somos seres extraños de sentimientos indeterminados y por definir, nos dejamos llevar por expectativas y nos alimentamos de ellas. Culpables o no, las hormonas, esas que suben y bajan a su antojo, modifican nuestro estado de ánimo pudiendo pasar de la más feliz de las alegrías a la más triste de las desgracias. Somos inestables, alterables y modificables si el hombre así lo desea. Triste, pero cierto. Creamos problemas donde no los hay y damos demasiada importancia a pequeños detalles que no deberían tenerlos. Las mujeres nos equivocamos. Muchas veces, todas las que sean necesarias. Lo bonito, y ahora sí hablo en particular, es mi manera de pedir perdón. Comienzo sonriendo y obligo a mis neuronas a pensar “aprovecha tu tiempo con él”, empujo de manera consciente lo que me molesta y “le quito hierro al asunto”. Una vez terminada la primera fase solo hay que buscar el momento adecuado para abrazarlo, no importa lo mucho que tarde, debe llegar si la persona es importante. Después solo hace falta un “lo siento”. Pero cuidado, no es una palabra que deba utilizarse a la ligera. Justo cuando se pronuncia el orgullo, altanero e indisciplinado, comienza a descomponerse y la coraza, fuerte y rígida como una roca, se tritura en pedacitos. Y así me dejo ver, tal y como soy. Porque todo se resume en las veces que mi mente te dice te quiero pero mi boca no lo pronuncia, por ello no hay equivocación o error que merezca destruir nuestro momento. Te digo lo siento en un susurro y me coloco en tu clavícula. Busco recuperar mi tiempo perdido.

Si habéis llegado hasta aquí pensaréis ¿y que recibió?


Indiferencia.

viernes, 28 de junio de 2013

Valentina.


- Debería haberme deshecho cuando pude de todo lo que me recordaba (recuerda) a ti.- Pensé en voz alta. Debe ser que el tiempo ha roto mis esquemas y ahora que ha llegado el verano he tenido que sacar del armario tu vestido. Tu - vestido. Es tuyo porque fuiste el primero en deshacerte de él, así es como funciono yo. Aún lo recuerdo. Era julio y guardabas una rosa para mí.

Me subo los tirantes y repaso tu vestido con mis manos, para que no queden pliegues ni sabores amargos que puedan arruinar mis sonrisas durante este mes de Junio (sin ti). Me miro al espejo. Han cambiado tanto las cosas que ya no me reconozco. Donde antes había una larga melena ahora solo quedan los restos de un golpe que mi corazón no supo asimilar del todo bien. Un pelo demasiado corto, una herida de guerra que muestro en público como símbolo de superación. ¿Qué sino podría haberme llevado a hacer algo así? Aparto mis mechones rizados de la cara y me descubro llorando. Ya vale. Ya basta. Me seco las lágrimas con la mano.

-¿Estas lista?
Sonrío. (Finjo). Le doy un leve beso en los labios.
-Si, vámonos.

martes, 18 de junio de 2013

Victoria.

¿Me seguirás queriendo cuando parezca un cangrejo? Tengo todo el verano por delante para tomar el sol y tengo la impresión de que podría quedarme tirada en una toalla, contigo, todo el verano. Bienvenido Junio. Bienvenidas cervezas, en jarras bien grandes, que no falte. Vamos sacando los bikinis y las gafas de sol a juego, los vestidos blancos para las fiestas ibicencas y las sandalias de colores. ¿Empezamos a comprar los billetes para Benidorm? Ibiza, Gandía, qué más da. Cualquier sitio será bueno siempre que estés a mi lado. Estéis, perdón. Que los viajes sin amigos no son viajes y las aventuras sin ellos se quedan en nada. Conquistemos los mares de todo el país que la vida es joven y nosotros aún tenemos dos meses para bebernos el mundo a sorbos y tragos; de esos que ahogan penas y preocupaciones. Bendito calor que es capaz de derretir los “te echo de menos” que nunca llegaron, los amores no correspondidos, los malentendidos entre amigos y los errores del pasado. Levanta tu copa si alguna vez te equivocaste y brindemos por los días que vendrán. Hoy me declaro mujer del tiempo y doy un pronóstico de felicidad por todos los que sé, harán de mi verano un verano único.


Esta canción solo está aquí para que le des al Play,
 cierres los ojos e imagines tu propio verano.
 Pinta bien ¿verdad?

jueves, 13 de junio de 2013

Yvonne.


Debo admitir que siento curiosidad, ¿entre que piernas andarás enredado desde que me fui? Pobre ilusa aquella que consiga robarte un par de besos y unas cuantas caladas de madrugada. O afortunada, quién sabe. A lo mejor no estaba en mis genes quererte como merecías ni en los tuyos llegar a entenderme nunca. Cuanta pasión echada a perder y cuanto perdimos por el camino. Y es que después de romper tantas reglas, promesas y principios, después de todo este tiempo “muerta en vida” y su correspondiente “renacer” me alegro de que hoy mi corazón pregunte cada vez un poco menos por ti y un poco más por mi (aunque esta noche sea más que menos y mis neuronas, sin previo aviso, hayan decidido recordar tu último “que guapa estás”).

sábado, 8 de junio de 2013

Marina.


- El hombre que esté conmigo deberá ser tan grande como yo. ¿Suena mal verdad? Suena pedante decir que una misma es grande. Cuando estoy con alguien lo doy todo. Me da por pintar habitaciones o recorrer kilómetros, para que me entiendas. Eso es lo que quiero yo. Alguien que me quiera tanto que siempre este pensando en la manera de hacerme feliz y sorprenderme.
- Pero no es fácil, la gente se pone límites. El problema bajo mi punto de vista es que enaltecemos lo mediocre. De ahí todos nuestros problemas.
- Durante mi viaje me he dado cuenta de que soy todo lo contrario a lo que creí. Creía ser conformista pero busco la perfección.
- Marina, recuerda que nadie es perfecto.
- Me refiero a lo que es para mí la perfección dentro de la imperfección. Me veo como alguien que recibe más de lo que da. Maldita sea, ponle ganas a todo. Discute con ganas, reconcíliate con ganas, besa, vive con ganas.
- Eso va acorde a la pasión.
- Pues debo ser la mujer más pasional del universo.
- No es problema tuyo, sino de él. Lo que debes hacer es saber lo que quieres. Si lo sabes y no lo tienes, búscalo. No vayas de fallo en fallo. Y cuando lo tengas, no lo pierdas.
- ¿Será que el romanticismo ha muerto?
- Tendrás que esperar para saberlo.

miércoles, 5 de junio de 2013

Iris.


Cuando entró por aquella puerta más de la mitad de la sala vociferaba sin respeto alguno a las chicas que acaban de entrar. Allí me encontraba yo, en un sin sentido, rodeado de personas cuyo único interés era disfrutar de su respectiva despedida de soltero. De aprovechar sus últimos días de libertad  o como mucho conseguir echar un polvo antes de volver triunfante a la ciudad. En tal berenjenal estaba yo cuando entro ella. Vestía un vestido corto de colores rojos y anaranjados, morenita de pies a cabeza, melena corta y unas piernas espectaculares, de esas que deseas abrir en cualquier momento, para que vamos a andarnos con delicadeces. La noche avanzo como estaba previsto, la sangría corría y la gente comenzaba a sentir el éxtasis que provocaba el alcohol. Me uní con ganas a la muchedumbre que se dirigía a la barra en busca de su primer cubata y ¿Por qué no? En busca de sus piernas. Destino o no, allí estaba ella, cruzando detrás de mi dirección ¿Dios sabe dónde? Era el momento. Agarre su mano, ella desconcertada se giro y yo, sin saber muy bien que quería conseguir, solté: 
- Me encantas.- Y no contento con eso añadí:
- De verdad.

¿Qué probabilidad había de encontrar a tu media naranja en medio de un millón de personas, la mitad ebrias? Entre música pop del siglo XXI y mojitos, a unos pocos metros de la playa. No tengo respuesta para ello, solo sé que a veces ocurre. Entre tacones infinitos y push-ups, excesos y hombres sedientos de mujeres, siempre hay una excepción, la de ese joven que cambiaría un polvo con cualquiera por una noche bailando con, en mi caso, tu sonrisa.

Una sonrisa con dueño, pero preciosa al fin y al cabo.

jueves, 23 de mayo de 2013

Luna.


¿Qué serías capaz de hacer por amor? ¿Cuáles son tus límites? Capaz de coger aviones, hacer autostop, capaz de mentir. ¿Cogerías una escalera para conseguir una estrella? ¿Subirías hasta la luna para pedirle que cuidara de vosotros todas las noches? Capaz de correr detrás de él si algún día pronunciara “lo siento pero no eres tú a quién quiero”, capaz de articular un “conseguiré enamorarte” aunque sepas que es imposible hacer algo así. ¿Capaz de suplicar? Capaz de perdonar. Capaz de hacer tartas de queso y frambuesa, de pintar habitaciones con sus frases favoritas. ¿Capaz de coger dos billetes a París sin avisar? ¿Qué serías capaz de hacer para recuperar un corazón perdido? No contestes, ya lo hago yo. Serías capaz de apagar el sol de un soplido, de cambiar de órbita a la Tierra y parar el tiempo, de desplazar meridianos y pasear por paralelos, de hacer nevar en pleno agosto. Cuando crees ser capaz de hacer lo imposible posible, créeme, estas perdida. 

Y enamorada.

jueves, 16 de mayo de 2013

Abigail.


He probado dos clases de drogas prácticamente igual de adictivas. La primera de ellas me absorbía de tal manera que pasaba los días y las noches enredada en turbias discusiones que me rompían alma-corazón sin casi darme cuenta. Sin embargo, durase lo que durase el infierno, siempre volvía para lamer mis heridas. Porque si no lo hacía era yo la que pedía más. Era fácil, sencillo. La segunda, por otro lado, causándome la misma dependencia, eran pocas las veces que me veía envuelta en una maraña de malentendidos. No obstante, y a diferencia del primero, cuando los había, esta no regresaba. En una ocasión (y fue suficiente) me mantuve de pie, llorando, abrazando y pidiendo perdón (a mí narcotizante) en susurros. Cuando mire hacia arriba alcance a ver unos ojos mirando al infinito, devolviendo el abrazo, seguramente, por mantener la compostura. 

Cuando no se tiene punto medio y no hay elección, cuando ves un tempano de hielo enfrente de ti, inamovible y orgulloso, entonces, y solo entonces, te preguntas que droga acaba doliendo más. La que golpea poco a poco o la que te asesta un golpe seco que acaba, como siempre, abriéndote los ojos a la realidad. Vosotros que amáis la vida casi tanto como yo, decidme, que droga es la que preferís que os mate. Por dentro.

martes, 14 de mayo de 2013

Manuela.


Y es que entre tanta tormenta de arena y tanto “necesito acertar aunque sea un rato” logré encontrar algo de paz. Aunque no nos equivoquemos, quién dice paz dice guerra. Guerra entre sus labios y mis manos, que no se dejan besar o tocar al mismo tiempo. Y me enfado, siempre a destiempo. Y tal vez por eso le quiero más. Nunca jugar como dos críos fue tan divertido y nunca unos ojos me supieron tan dulces como los suyos. Y es que me mira así y claro, me derrito. Como la noche en que nos conocimos, él no sabía por qué mujer decantarse (de las dos que tenía guardadas en el bolsillo) y yo aún tenía el corazón en obras. Creo que basto ese “- Fue raro como me frenaba el no saber si ella saldría espantada si me lanzaba, pues fue todo con más mimo de lo habitual. Desee besarla durante mucho tiempo, de hecho lo desee hasta su portal.” para saber que éste era todo lo que no estaba buscando pero había encontrado. Lo que yo quería. Y es que he dejado de escuchar tristes canciones que hablan de amor para vivirlo en primera persona. Aunque no nos equivoquemos, ésta historia en concreto, de triste no tiene nada. 

Ay, ¿yo enamorada de él? ¡Qué va!
Nota mental: disimula más Manu.

jueves, 9 de mayo de 2013

Paula.


Habitaciones separadas, corazones rotos.

- "No te voy a mentir, desde que no estás a mi lado todo va mejor, los llantos al menos han disminuido de nivel. Los recuerdos sin embargo llegan por momentos, días y horas. Como un dolor de cabeza repentino que dura más de lo que te gustaría. Invades mis neuronas y pensamientos, intentas abrirte paso a través del cerebro por mis ojos, pero los cierro para no demostrar que sigues ahí. Invades mis oídos con canciones tristes cuyas palabras y ritmos se clavan como espinas. Incluso te escondes en otros hombres, tu perfume se pasea por calles y avenidas amenazando con impregnarse en mis ropas con el leve roce de nuestra piel.

Salgo corriendo, me quito los auriculares y respiro. Ahí estas, no en la calle, no a mi lado, ni siquiera te encuentro entre las personas que me rodean, solo en mi mente. Imagino como vuelvo a estar contigo, en tus brazos, en tu cama, en tus sonrisas. Sacudo la cabeza y dejo la mente en blanco. “Vuelve a tu vida” me repito una y otra vez. Y así, con un dolor en el pecho que no cesa, con un vacío que soy incapaz de esconder, continuo y sigo mi vida. Mi vida sin ti."

- "Porque tal vez seas la única persona que me conozca de verdad y sabe de lo que soy capaz. Probablemente no sea lo correcto, probablemente según avanzo cada letra le estoy dando una patada a mi orgullo. Últimamente parece que cada paso que doy es el incorrecto, como dicen: Roma arde y tú estás tan tranquilo observando desde lejos. Esta noche he logrado consumir Roma hasta  las cenizas y no, no había nadie para verlo, por lo menos nadie importante. Me siento vacío. 

El miércoles dormí dos horas en el más sur de Madrid, en un sofá incomodo y hoy viendo las horas que son, te puedes imaginar...Ya estoy desvariando, no se a donde me dirijo, no sé nada, solo avanzo y sigo hacia adelante. ¿Seguirá esta racha de equivocaciones? ¿Es posible salvarme? o en cambio según hablamos hace casi una semana (aunquepareceunmesomás) ¿Que nos salvemos mutuamente? No lo sé sinceramente. Tanto tú como yo, aunque un día fuimos uno y ahora seamos dos y medios (otrescuartos) merecemos salvarnos."



jueves, 2 de mayo de 2013

Vera.


Sobrepasemos la línea de los 6 meses, esos que señalan como los únicos llenos de amor. Ya puestos sobrepasemos la frontera de toda una vida. No suena mal y puede que sepa mejor aún. Colocas tus labios en mi clavícula y me susurras "te quiero" al oído. Suena “A Fine Frenzy” en la radio. Sonrío. Maldita sea, esto es como tomar una dosis demasiado elevada de vitaminas, como tirarse desde lo alto de un rascacielos sujeta por un arnés (tú), como comer helado de cookies los días de lluvia, como correr ladera abajo y reír mientras lo haces, como un chupito de tequila sin limón ni sal, como una cerveza helada en pleno verano, como la pizza  los días de eterna resaca. Me haces renacer. 

Mierda. Estoy sonriendo de nuevo. Y pienso en ese verso de Saudade que dice “eso es el amor: sentirte de alguien que sientes que es tuyo, sin serlo”. Y me cago en la puta. 

Creo que estoy enamorada.

miércoles, 24 de abril de 2013

Amélie.


Siempre tenía una maceta con margaritas en el balcón. Su madre las llevo en el pelo el día de su boda y ella las amaba tanto como su madre. No acostumbraba a ponerse tacones, siempre pensó que su figura era bonita tal y como se mostraba en el espejo. Era la chica de las sandalias planas y la falda de flores, la del pelo corto y el tatuaje de “Alma Libre” en la espalda. Fueron muchos los meses que ocupo leyendo a Palahniuk por las tardes y escribiendo poesía por las noches (por lo menos el tiempo que yo pasé a su lado). Siempre tomaba café descafeinado de sobre con leche y siempre eran varias las veces que tenía que repetírselo al camarero. Nunca necesito de un hombre para mover montañas y mucho menos para sentirse querida. Era lo que todo hombre hubiera deseado y desearía justo ahora, en este mismo momento. Una mujer cuyo último deseo era atarse a unos ojos que no fueran los de su señor gato. No me malinterpretéis, Amélie (sí, ese era su nombre) había llegado a amar como cualquier otra persona (incluso más). Una vez me dijo:

- Hazme un favor, quedémonos a vivir en horizontal, que me levanto nostálgica los domingos, y es la única manera de sobrevivir. No me refiero a tu cama, que también, me refiero a ese "cabemos en un asiento los dos", y te aplasto, y me plastas, pero no importa. Eres cálido y me gustas. Me gusta ver como los cristales se empañan y como coloco mi pie sobre ellos para hacerte de rabiar. Que me duele el cuerpo de tanto reír, y no me importa.

Debo admitir que sigo perdido por carreteras, ciudades y parques buscando alguien que se le parezca. Siempre supe que tuvo miedo a querer(me). No importa si se marchó porque no fue capaz de sentir o porque, por el contrario,  sintió demasiado. Es posible que fuera uno de los muchos chicos que alquilo su corazón por un par de meses. Sin embargo consiguió llevarme al éxtasis de la felicidad, y tal vez por eso, hoy, solo soy capaz de recordarla con una sonrisa.

miércoles, 17 de abril de 2013

Sofía.


Fui las gotas de lluvia que golpeaban el cristal del autobús cuando volvías a casa, cansado de vivir. Las ganas de levantarte por las mañanas y las de dormir en noches como esta, de insomnio. Fui el viento que te empujaba cuando no sabías que dirección escoger. Cada una de tus pisadas, esas que te recuerdan hoy el pasado para no tropezar con la misma piedra en un futuro. Fui tu libro abierto, tus páginas en blanco para escribir poesía o dibujar mis ojos. Ese tren que paso cada mes por la puerta de tu casa, esperando a que comprases el billete de vuelta. Las sabanas con las que te arropabas las noches de diciembre y las flores que recogí en las tardes de marzo. Fui tu deseo de comerme a besos, tus mordiscos en mi cuello, tus manos en mi espalda. Cada suspiro hasta llegar al orgasmo. Fui tu cielo y, a veces, tu escalera hasta el infierno. Tu mapa hasta la Torre Eiffel. Tus temores, miedos y manías. Tu esperanza y tu libertad. 

Porque lo fui todo.
Por ti.