domingo, 28 de julio de 2013

Elvira.


Aquí estoy, en una de esas estaciones de tren que guarda un alto nivel de corazones rotos y soledad. Después de dos semanas teniendo un hombro en el que dormir ¿Cómo esperas que consiga conciliar el sueño sola a partir de ahora? Ya no habrá más besos a media noche ni te quieros susurrados al oído, pronunciados cuando estás en el más profundo de los sueños y nadie me escucha, solo tú. Y es que solo tengo ganas de seguir los raíles de esta lúgubre estación y caminar dirección a “mi salvación” como solía llamarte en un principio.
En el octavo vagón recuerdo ese “faltas” escrito en un sencillo mensaje al que le falta un “me”, porque el resto de personas no necesita de mi cuerpo, de mi risa y mi media sonrisa para sobrevivir. Solo tú. E inevitablemente mi mente viaja a través de tus palabras “Tienes un lunar en el oído, aunque dudo que alguien más lo sepa”. Y me siento feliz. No he podido elegir mejor compañero de viaje. 

Me haces tener las mejores vistas de la vida.

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