Compre
sueños e ilusión, compre un “quizás esta vez sí”; un “nosotros” después
de haber sido siempre un “yo”. Compre un billete dirección a tus lunares, y tus
abrazos. Lo compre todo. Y lo hice porque estaba en garantía (como poco) de un año. O eso
dijiste tú.
Y es
que después de llenar una maleta de emociones, de recorrer kilómetros de altas
expectativas; de subirme a la montaña más alta y tirarme por el precipicio de
la distancia, después de vivir agarrada de tu mano durante todo nuestro viaje,
me rompes en dos. Y me dices pacientemente que no es el momento, como quién va
a devolver un juguete que no le ha gustado, pero que ya ha utilizado. Si es así devuélveme los sentimientos. Los
quiero enteros, tal y como te los mostré. Como cuando aún estaban en perfecto
estado. Devuélveme el tiempo que perdí a tu lado. Mi felicidad al ver tus sonrisas. Pero sobretodo no te olvides de devolverme el
tiempo que perdí en quererte. Menos mal que aún me quedan las palabras para escribir, a pesar de que me he quedado sin voz de tanto gritar que te echo de menos (en silencio).
Y ahora, largo de aquí. Ya no te queda ni un solo espacio en mi corazón.
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