Fui las gotas de lluvia que golpeaban el cristal
del autobús cuando volvías a casa, cansado de vivir. Las ganas de levantarte
por las mañanas y las de dormir en noches como esta, de insomnio. Fui el viento
que te empujaba cuando no sabías que dirección escoger. Cada una de tus
pisadas, esas que te recuerdan hoy el pasado para no tropezar con la misma
piedra en un futuro. Fui tu libro abierto, tus páginas en blanco para escribir poesía
o dibujar mis ojos. Ese tren que paso cada mes por la puerta de tu casa,
esperando a que comprases el billete de vuelta. Las sabanas con las que te
arropabas las noches de diciembre y las flores que recogí en las tardes de
marzo. Fui tu deseo de comerme a besos, tus mordiscos en mi cuello, tus manos
en mi espalda. Cada suspiro hasta llegar al orgasmo. Fui tu cielo y, a veces, tu
escalera hasta el infierno. Tu mapa hasta la Torre Eiffel. Tus temores, miedos
y manías. Tu esperanza y tu libertad.
Porque lo fui todo.
Por ti.
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