miércoles, 17 de abril de 2013

Sofía.


Fui las gotas de lluvia que golpeaban el cristal del autobús cuando volvías a casa, cansado de vivir. Las ganas de levantarte por las mañanas y las de dormir en noches como esta, de insomnio. Fui el viento que te empujaba cuando no sabías que dirección escoger. Cada una de tus pisadas, esas que te recuerdan hoy el pasado para no tropezar con la misma piedra en un futuro. Fui tu libro abierto, tus páginas en blanco para escribir poesía o dibujar mis ojos. Ese tren que paso cada mes por la puerta de tu casa, esperando a que comprases el billete de vuelta. Las sabanas con las que te arropabas las noches de diciembre y las flores que recogí en las tardes de marzo. Fui tu deseo de comerme a besos, tus mordiscos en mi cuello, tus manos en mi espalda. Cada suspiro hasta llegar al orgasmo. Fui tu cielo y, a veces, tu escalera hasta el infierno. Tu mapa hasta la Torre Eiffel. Tus temores, miedos y manías. Tu esperanza y tu libertad. 

Porque lo fui todo.
Por ti.

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