Y es que entre tanta tormenta de arena y tanto “necesito
acertar aunque sea un rato” logré encontrar algo de paz. Aunque no nos equivoquemos,
quién dice paz dice guerra. Guerra entre sus labios y mis manos, que no se
dejan besar o tocar al mismo tiempo. Y me enfado, siempre a destiempo. Y tal
vez por eso le quiero más. Nunca jugar como dos críos fue tan divertido y nunca
unos ojos me supieron tan dulces como los suyos. Y es que me mira así y claro,
me derrito. Como la noche en que nos conocimos, él no sabía por qué mujer
decantarse (de las dos que tenía guardadas en el bolsillo) y yo aún tenía el
corazón en obras. Creo que basto ese “- Fue raro como me frenaba el no saber si
ella saldría espantada si me lanzaba, pues fue todo con más mimo de lo
habitual. Desee besarla durante mucho tiempo, de hecho lo desee hasta su portal.”
para saber que éste era todo lo que no estaba buscando pero había encontrado. Lo
que yo quería. Y es que he dejado de escuchar tristes canciones que hablan de amor para vivirlo en primera persona. Aunque no nos equivoquemos, ésta historia en concreto, de triste no tiene nada.
Nota mental: disimula más Manu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario