sábado, 16 de noviembre de 2013

Melisa.


"Medir tiempos para crear casualidades. Propiciar un “No sabía qué” pero saber, sabía demasiado. Ajustar las manecillas del reloj para provocar un reencuentro (con tus manos). Y retroceder en el calendario tantos días como tiempo tardo el corazón en recomponerse. Qué sigue lleno de grietas por las que te cuelas sin permiso y soy incapaz de gritar “detente”. Y sumergirme de nuevo en el cielo de tus ojos, aunque duela. Porque me dan la vida, esa misma que me robaste a besos por las mañanas y mataste a golpes por las noches. Golpes que no sangran pero duelen. Igual que tus ojos."

El frío entumecía sus piernas hasta el punto de sentir dolor, pero mantuvo la mirada. Si bien lo había llegado a odiar en otro tiempo y lugar ahora era incapaz de contener sus pensamientos. Debía seguir queriéndolo demasiado si era capaz de pensar aquel tipo de cosas en una fracción de segundo.

“Debería escapar de este noviembre sin ti, el invierno parece más dulce con todas esas luces dispuestas a hacerte creer. En algo mejor. En alguien mejor.”

Aparto su mirada de él, giró sobre sí misma y desapareció corriendo entre las oscuras y frías calles de Madrid.

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