"Medir
tiempos para crear casualidades. Propiciar un “No sabía qué” pero saber, sabía
demasiado. Ajustar las manecillas del reloj para provocar un reencuentro (con tus
manos). Y retroceder en el calendario tantos días como tiempo tardo el corazón
en recomponerse. Qué sigue lleno de grietas por las que te cuelas sin permiso y
soy incapaz de gritar “detente”. Y sumergirme de nuevo en el cielo de tus ojos,
aunque duela. Porque me dan la vida, esa misma que me robaste a besos por las
mañanas y mataste a golpes por las noches. Golpes que no sangran pero duelen. Igual
que tus ojos."
El
frío entumecía sus piernas hasta el punto de sentir dolor, pero mantuvo la
mirada. Si bien lo había llegado a odiar en otro tiempo y lugar ahora era incapaz
de contener sus pensamientos. Debía seguir queriéndolo demasiado si era capaz
de pensar aquel tipo de cosas en una fracción de segundo.
“Debería
escapar de este noviembre sin ti, el invierno parece más dulce con todas esas
luces dispuestas a hacerte creer. En algo mejor. En alguien mejor.”
Aparto su mirada de él, giró sobre sí misma y desapareció corriendo entre las oscuras y frías calles de Madrid.
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