miércoles, 27 de marzo de 2013

Soledad.


Recuerdo la manera en la que te suplique que te quedaras, allí tirada en el suelo agarrándote de la mano. Tú parecías escucharme, aunque en realidad ya no lo hacías. Recuerdo recorrer aquel pasillo por última vez para despedirme de ti. Camine sobre cristales durante años. Seguí guardando tu ropa en nuestro armario. Te fuiste tan rápido que ni siquiera te dio tiempo a hacer la maleta. Me dejaste tu perfume en cada rincón de nuestra casa. Recuerdo que volví a reír de vez en cuando, aunque tú seguías sin escucharme. Volví a ponerme mis sandalias de piel, las que tanto te gustaban, para que los cristales sobre los que caminaba no dolieran tanto. Aún así los pedazos de mi diminuto corazón seguían clavándose. Esta noche he vuelto a soñar contigo. Como cada noche después de que te diagnosticaran cáncer.

Echo la cabeza hacia atrás y me parece escucharte mejor. Un impulso será suficiente. 

- Perdóname por no ser todo lo fuerte que me pediste pero prefiero ser valiente y andar sin cuidado alguno sobre esta barandilla. A ras del cielo una se siente mejor. 

Ahora sí que puedes oírme, me acaricias con ternura y me sonríes. Un par de lágrimas recorren mis pómulos. Cierro los ojos y sonrío. Por fin estoy donde quiero estar.

Contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario