Recuerdo la manera en la que te suplique que te
quedaras, allí tirada en el suelo agarrándote de la mano. Tú parecías escucharme,
aunque en realidad ya no lo hacías. Recuerdo recorrer aquel pasillo por última
vez para despedirme de ti. Camine sobre cristales durante años. Seguí guardando
tu ropa en nuestro armario. Te fuiste tan rápido que ni siquiera te dio tiempo
a hacer la maleta. Me dejaste tu perfume en cada rincón de nuestra casa.
Recuerdo que volví a reír de vez en cuando, aunque tú seguías sin escucharme.
Volví a ponerme mis sandalias de piel, las que tanto te gustaban, para que los
cristales sobre los que caminaba no dolieran tanto. Aún así los pedazos de mi
diminuto corazón seguían clavándose. Esta noche he vuelto a soñar contigo. Como
cada noche después de que te diagnosticaran cáncer.
Echo la cabeza hacia atrás
y me parece escucharte mejor. Un impulso será suficiente.
- Perdóname por no ser
todo lo fuerte que me pediste pero prefiero ser valiente y andar sin cuidado
alguno sobre esta barandilla. A ras del cielo una se siente mejor.
Ahora sí que
puedes oírme, me acaricias con ternura y me sonríes. Un par de lágrimas
recorren mis pómulos. Cierro los ojos y sonrío. Por fin estoy donde quiero estar.
Contigo.