domingo, 29 de mayo de 2016

Iria.


No hay fuerza más poderosa que tus ojos moviéndose al compás de tu sonrisa, que tu mano agarrando firmemente la mía, que un mapa de papel y más de mil kilómetros por delante. Haces “clic” y me acciono como los juguetes que van a pilas. Me recargas, me filtras y me cedes lo mejor de ti, tu pasión. Las pintadas de la carretera pasan de largo, rápidas, veloces. Nos dicen adiós con la mano mientras nosotros, inquietos habitantes de la Tierra, amenazamos con vivirlo todo. Mi mano se balancea con el viento que nos acompaña, dice que está cansado de transportar lágrimas, quejas y bufidos. Lo entiendo, le cedo un hueco y mece mi pelo. Miro el reloj. Todavía hay tiempo para querernos.

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