No hay fuerza más
poderosa que tus ojos moviéndose al compás de tu sonrisa, que tu mano agarrando
firmemente la mía, que un mapa de papel y más de mil kilómetros por delante.
Haces “clic” y me acciono como los juguetes que van a pilas. Me recargas, me
filtras y me cedes lo mejor de ti, tu pasión. Las pintadas de la carretera
pasan de largo, rápidas, veloces. Nos dicen adiós con la mano mientras
nosotros, inquietos habitantes de la Tierra, amenazamos con vivirlo todo. Mi
mano se balancea con el viento que nos acompaña, dice que está cansado de transportar
lágrimas, quejas y bufidos. Lo entiendo, le cedo un hueco y mece mi pelo. Miro
el reloj. Todavía hay tiempo para querernos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario