Si tuviera tan solo un minuto de vida que gastar contigo antes de morir y
me temblaran las manos te pediría que las agarraras fuerte contra tu pecho. Y
dime, ¿qué diferencia hay entre morir y quererte? Si lo que cuentan por ahí es
cierto en ambos casos paseas por cristales de nieve o gotas de agua microscópicas
suspendidas en el aire. Pero volviendo a lo que de verdad importa, ¿si me
quedara un minuto de vida me harías sonreír por última vez? Y que si tuviera
que llorar fuera de la risa. ¿Rozarías con tus labios mi nariz por última vez? ¿Me
esperarías hasta nuestro próximo beso?
Ladeo la cabeza buscando algo más de comodidad y te miro. Estas asustado
pero no comprendo el por qué. Noto las
costillas chocando entre sí y me doy cuenta. Qué tontería la mía. Cuando solo
te queda un minuto de vida, cuando la persona que rige a su antojo las catástrofes
naturales decide que hay caminos que deben separarse a la fuerza, entonces lo
único que deseas que recuerde la otra persona, lo único que eres capaz de decir es “te quiero”.
Solo ocupa varios segundos pero el resto,
el resto solo quiero utilizarlos para memorizar tu rostro y pensar que mientras viví
fui feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario