domingo, 10 de abril de 2016

Sarah.


Si tuviera tan solo un minuto de vida que gastar contigo antes de morir y me temblaran las manos te pediría que las agarraras fuerte contra tu pecho. Y dime, ¿qué diferencia hay entre morir y quererte? Si lo que cuentan por ahí es cierto en ambos casos paseas por cristales de nieve o gotas de agua microscópicas suspendidas en el aire. Pero volviendo a lo que de verdad importa, ¿si me quedara un minuto de vida me harías sonreír por última vez? Y que si tuviera que llorar fuera de la risa. ¿Rozarías con tus labios mi nariz por última vez? ¿Me esperarías hasta nuestro próximo beso?

Ladeo la cabeza buscando algo más de comodidad y te miro. Estas asustado pero no comprendo el  por qué. Noto las costillas chocando entre sí y me doy cuenta. Qué tontería la mía. Cuando solo te queda un minuto de vida, cuando la persona que rige a su antojo las catástrofes naturales decide que hay caminos que deben separarse a la fuerza, entonces lo único que deseas que recuerde la otra persona,  lo único que eres capaz de decir es “te quiero”.  Solo ocupa varios segundos pero el resto, el resto solo quiero utilizarlos para memorizar tu rostro y pensar que mientras viví fui feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario