sábado, 11 de julio de 2015

Claudette.


Zafón dijo en la Sombra del Viento que los muertos son las únicas personas que no acuden a su propio entierro. Ya me entiendes. Nos mantenemos en pie porque una fuerza sobre natural nos obliga a estar allí. Dispuestos a decir “adiós” a la nada. En el mejor de los casos “hasta luego”, pero jamás “hasta pronto”. En el fondo somos egoístas y queremos seguir viviendo aunque echemos de menos.


Y aunque ese trozo de mármol rezaba tu nombre yo, desde entonces,  prefiero rezarte a ti. El abuelo sigue insistiendo en que el vecino no debía de querer tanto a su mujer cuando no la visita un día sí, un día también. Yo le dejo hacer si así él es feliz, e insisto en visitarte también aunque ya no estés en ningún lado. Tú armario, por el contrario, sigue insistiendo en que todavía estás allí, en casa. Y mamá. Mamá  sigue insistiendo en que aprobar el examen teórico y encontrar trabajo un mismo día 14 solo lleva tu nombre. Y yo también lo creo así. No es que no crea en Dios, es que ya solo soy capaz de creer  en ti.

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