"Las historias de amor nunca podrán llegar a ser
todo lo bonitas que deseamos estando la muerte detrás."
No tienes de que
preocuparte, todos los miércoles sin falta paso un paño mojado por encima de la
fría piedra para quitarte el polvo. Qué bonita estás ahora que tienes nombre
propio. Tu hija pierde los nervios cada vez que bajo a verte, al principio era solo
un día a la semana, ahora más de los que me gustaría. Compro flores todas las
semanas, para que no falte alegría en tu nuevo hogar. Compro margaritas como
las que cultivo en el jardín y ya no puedes ver. “Malgaritas” decías tú. A veces
sueño contigo y grito a voces tu nombre. Tu hija se asusta y viene corriendo
para despertarme, aunque nunca es necesario. Yo mismo me despierto con mi
propio llanto. No he vuelto a tocar tu lado de la cama, aunque sigo partiendo
la fruta en dos. No tienes de que
preocuparte pero.
Te echo tanto de
menos que a veces, al hacer la cama, dejo arrugas para ver si con suerte un día
vuelves para echarme la bronca desde el sofá.
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