Tengo el bonito recuerdo de cómo mi abuela me
cepillaba el pelo cada vez que salía de la ducha. Qué graciosa se ponía cuando,
a pesar de mi mayoría de edad, lo hacía yo misma y ella se enfada conmigo. La
última vez que me cepillo el pelo era diciembre; las manos ya no le respondían,
pero siempre lo hacía y aquella vez no fue una excepción.
Iba a contaros la historia de mi pelo, de cómo
guiada por un impulso decidí cortarlo hace dos años. Pero. Los recuerdos a
veces aparecen y lo mejor que puedes hacer es acariciarlos, mimarlos,
guardarlos.
Y por supuesto,
compartirlos.
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