viernes, 10 de octubre de 2014

Amélie.


Y ahí estabas tú, con tu camisa a cuadros y tus pantalones pitillo. Un alfiler en un pajar, mi alfiler. Y es que no he tenido más remedio que fingir con palabras banales  que el paso de nuestros años no te han sentado nada bien. Les mentí y te mentiría también a ti si tuviera la oportunidad de encontrarte de nuevo. Los días que nos han separado, si cabe, te han hecho mayor y debo admitir que las arrugas de tus ojos seguían siendo las mejores de aquel concierto. Alce los brazos al cielo en señal de victoria mientras “Afuera en la ciudad” recorría mis oídos y mi cuerpo; si de miedo se trataba puedo decir que por fin había desaparecido.  Y aún siendo consciente de que si estiraba un poco más mis brazos lograría alcanzarte, fui más rápida que tú controlando mis sentimientos cuando sonó “Palomas” y escapé de allí evitando de nuevo tu mirada.

Y de repente llegó “EME”.

Me deshice entre las notas de la guitarra intentando afinar en los recuerdos menos dolorosos y sin embargo solo fui capaz de perderme más. De nuevo, por un instante y como otras tantas veces, quise volver ser su sonrisa de Amelie.

No hay comentarios:

Publicar un comentario