- Debería haberme deshecho cuando pude de todo lo
que me recordaba (recuerda) a ti.- Pensé en voz alta. Debe ser que el tiempo ha
roto mis esquemas y ahora que ha llegado el verano he tenido que sacar del
armario tu vestido. Tu - vestido. Es tuyo porque fuiste el primero en
deshacerte de él, así es como funciono yo. Aún lo recuerdo. Era julio y guardabas
una rosa para mí.
Me subo los tirantes y repaso tu vestido con mis
manos, para que no queden pliegues ni sabores amargos que puedan arruinar mis sonrisas durante este mes de Junio (sin ti). Me miro al espejo. Han
cambiado tanto las cosas que ya no me reconozco. Donde antes había una larga
melena ahora solo quedan los restos de un golpe que mi corazón no supo asimilar del todo bien. Un pelo demasiado corto, una herida de guerra que muestro en
público como símbolo de superación. ¿Qué sino podría haberme llevado a hacer
algo así? Aparto mis mechones rizados de la cara y me
descubro llorando. Ya vale. Ya basta. Me seco las lágrimas con la mano.
-¿Estas lista?
Sonrío. (Finjo). Le doy un leve beso en los
labios.
-Si, vámonos.