lunes, 28 de enero de 2013

Elisabeth.


Los demonios que creía desaparecidos han vuelto a rondar por toda mi casa. Al principio creí que era una falsa alarma, un recuerdo pasajero que viaja y se esfuma al instante. A los poco días entendí que no solo era un recuerdo, la nostalgia había vuelto y con ella vino él para instalarse en mi sofá. Volví a oler su perfume allá donde iba, volví a echar de menos su voz, su manera de quedarse despierto hasta que yo me dormía, apurando así su último cigarro del día. Eso fue lo peor.

Me creí invencible por un tiempo, creí que bastaría con encontrar a alguien que hiciera mis tardes más verano y menos invierno, menos frías. Querida amiga, ahora se que me equivoque, he tropezado estrepitosamente con los pedazos de mi corazón, los que había ido guardando en el armario cuidadosamente desde que me fui. Ni siquiera estaba preparada para cerrarlo, pero me obligue. El armario quedo bajo llave, y dentro quedaron todos los días que viví con “mi vida”. Duele escribirlo y duele pronunciar aquel estúpido nombre con el que me dirigía a él.

Necesito salir de aquí, huir quizás a las montañas para que el olor a lavanda se lleve lo demás. Para que el aire gélido enfríe mis sentimientos hasta helarlos. Necesito liberar a mi alma de este peso que me ahoga. Porque el odio es más grande que el cariño, pero en el fondo solo quedan los buenos recuerdos, y eso es lo que me esta matando.


"I'll spread my wings 
and I'll learn how to fly
I'll do what it takes til' I touch the sky"

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