martes, 29 de enero de 2013

Samantha.


Material defectuoso. No hizo falta pasar por muchas manos para acabar así. Basto con encontrar a alguien que supo desgastar mi exterior, alguien que consiguió alterar mis sentidos y acabo finalmente transformando mi interior. Al cabo de unos meses ni yo era capaz de reconocerme.

Y a partir de aquí es cuando descubres que nunca volverás a ser la misma. Serás una persona alterada sentimentalmente de un modo artificial mediante el uso del denominado cariño. Suena demasiado científico ¿verdad? Dejad que me explique. Es cuando tú decides cambiar de asiento en silencio y él arrancar el coche, cuando te das cuenta de que, una situación, un cambio de marcha a 40 km/h, un “ya nos veremos” es capaz de hacerte regresar al pasado. A aquel tiempo en el que el pecho dolía tan solo con respirar. Y descubres que nunca llegaste a curarte del todo, que tus reacciones seguirán siendo las que aquel hombre, ahora desaparecido, creó en su día. Soy el reflejo del daño que me causaron y actúo consecuentemente. Soy una mujer defectuosa sin derecho a vivir otra historia de amor.

- Yo no soy para él. No se porque pierde el tiempo con alguien defectuoso.
- Pero Samantha cariño, ¿porqué te haces esto? ¿Alguien defectuoso? ¿Es que acaso alguien es perfecto? Te ha elegido a ti, se habría ido si no fueses tu. No te hagas esto por dios. Henry te hizo demasiado daño. Tienes que volver a quererte, no todos son como él.

lunes, 28 de enero de 2013

Elisabeth.


Los demonios que creía desaparecidos han vuelto a rondar por toda mi casa. Al principio creí que era una falsa alarma, un recuerdo pasajero que viaja y se esfuma al instante. A los poco días entendí que no solo era un recuerdo, la nostalgia había vuelto y con ella vino él para instalarse en mi sofá. Volví a oler su perfume allá donde iba, volví a echar de menos su voz, su manera de quedarse despierto hasta que yo me dormía, apurando así su último cigarro del día. Eso fue lo peor.

Me creí invencible por un tiempo, creí que bastaría con encontrar a alguien que hiciera mis tardes más verano y menos invierno, menos frías. Querida amiga, ahora se que me equivoque, he tropezado estrepitosamente con los pedazos de mi corazón, los que había ido guardando en el armario cuidadosamente desde que me fui. Ni siquiera estaba preparada para cerrarlo, pero me obligue. El armario quedo bajo llave, y dentro quedaron todos los días que viví con “mi vida”. Duele escribirlo y duele pronunciar aquel estúpido nombre con el que me dirigía a él.

Necesito salir de aquí, huir quizás a las montañas para que el olor a lavanda se lleve lo demás. Para que el aire gélido enfríe mis sentimientos hasta helarlos. Necesito liberar a mi alma de este peso que me ahoga. Porque el odio es más grande que el cariño, pero en el fondo solo quedan los buenos recuerdos, y eso es lo que me esta matando.


"I'll spread my wings 
and I'll learn how to fly
I'll do what it takes til' I touch the sky"

viernes, 25 de enero de 2013

Desirée.


Y allí me encontraba yo, mirando al infinito, con el bolso en la mano y el maquillaje a punto de desaparecer.  Esperando a que cambiaras de marcha, giraras por la rotonda de la quinta avenida y volvieras a buscarme. Nunca regresaste.

Camine durante horas sin rumbo pisando las baldosas de una calle que ya no alcanzaba a reconocer. Me senté en uno de esos bancos que parecen más solitarios si lo haces solo y encendí un cigarro. Deje que el cansancio cerrara mis parpados e intente, ingenua de mí, que el humo se llevara mis recuerdos, esos fotogramas que viajan a través de los sentidos sin tener en cuenta si estamos de acuerdo o no. Volvieron aquellas sonrisas escondidas debajo de una bufanda, aquel hotel de carretera de unas vacaciones improvisadas, aquella maleta con mis sueños y tus deseos, con nuestros viajes a la luna, y sin embargo te lo llevaste todo. Como el ladrón que roba tumbas o el amante que despoja a medianoche corazones solitarios. Te llevaste mi alma y me dejaste con un pintalabios rojo a medio usar, unos pies fríos incapaces de pensar y un saco de lágrimas amargas. Amargo como el café que ya no tomaremos los domingos por la mañana o el zumo de limón que hacía todas las tardes de verano solo para ti. 


Y dime, ¿quién se queda con los restos de este amor?