domingo, 29 de mayo de 2016

Iria.


No hay fuerza más poderosa que tus ojos moviéndose al compás de tu sonrisa, que tu mano agarrando firmemente la mía, que un mapa de papel y más de mil kilómetros por delante. Haces “clic” y me acciono como los juguetes que van a pilas. Me recargas, me filtras y me cedes lo mejor de ti, tu pasión. Las pintadas de la carretera pasan de largo, rápidas, veloces. Nos dicen adiós con la mano mientras nosotros, inquietos habitantes de la Tierra, amenazamos con vivirlo todo. Mi mano se balancea con el viento que nos acompaña, dice que está cansado de transportar lágrimas, quejas y bufidos. Lo entiendo, le cedo un hueco y mece mi pelo. Miro el reloj. Todavía hay tiempo para querernos.

domingo, 15 de mayo de 2016

Alba.


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Esta mañana me he visto reflejada en la pantalla del ordenador. He dormido unas diez horas pero a pesar de ello tenía ojeras marcadas que reflejaban ¿cansancio? Las he rozado con mis dedos para intentar difuminarlas pero ahí seguían unos segundos después. Me he preguntado entonces como has podido llegar a quererlas tanto como a mí. Me abruma tu forma de cuidarlas, besas mis ojos, acaricias mi nariz y sonríes. Tal vez ni siquiera te has percatado de que están ahí.  Tal vez has aprendido a ver a través de ellas. He hecho la cuenta de la vieja, no lo recuerdo, más de 1095 días nos separan de la primera vez que dijimos “esta vez puede que sí”. Y debo admitir que aún sigo mirándote embelesada cuando nadie me observa y pienso “la suerte la encontré yo”. Ayer me dijiste “La cantidad de besos que te doy no tienen importancia, lo importante son las veces que te hago reír al día”. Y os prometo que lo he intentado pero he sido incapaz y no me salen las cuentas de nuevo. Que mala cabeza la nuestra que tampoco tenemos fechas que celebrar, ni meses que cumplir. Tal vez por eso, afortunadamente para nosotros, no hay caducidad que valga.

Escribo rápido. 
No me lo tengas en cuenta, hemos quedamos en media hora y vuelvo a llegar tarde. 
Más de 1095 días y sigo corriendo cuando salgo de casa, solo, para volverte a ver.