jueves, 18 de febrero de 2016

Sonia.


Hace ya tiempo que escribí sobre mis manos “Ojos que no ven corazón que te echa de menos”. Y me estoy quedando sin refranes inventados para decirte, simplemente, la palabra “vuelve”. El diagnóstico dice que soy tartamuda de actos. Que cuando quiero echar a correr en tu dirección pongo el pie en la calle y digo “mejor no”, y me quedo a medio camino entre mis ganas y tu indiferencia.  

Vu.  Vu.  Vu. Vuela lejos, amor mío. Te miro, sonrió y digo “hasta pronto”.

A lo mejor es eso. Que como nunca has estado aquí no puedes regresar. Y donde antes había  rincones inhóspitos que llenabas de vida, ahora solo quedan cuervos, ingratos y desagradecidos alimentándose de gritos mudos llenos de pena contenida.  Y donde mis pestañas se hundían en tu piel y tu olor lo impregnaba todo, ahora solo queda rímel gastado y un par de barras de labios para salir. Como si al vestirme de rojo fueras a decir de nuevo,” Lo apuesto todo al número 32”.

Que nuestro portal sigue preguntándose por qué no llamas de nuevo al timbre y dices “yo”. Que sigo agarrando el picaporte para gritarte desde lejos “vuelve”, pero me quedo a medias, entre tu rechazo y mi culpa, y por tartamuda solo soy capaz de cerrar la puerta. Que lo aposte todo al 32 y al “nosotros” y me quede sin nada.

Que desde entonces ni vivo. Ni muero. 

Ni tuya.  Ni mía.

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