Hace tanto que no
escribo sobre ti que a veces pienso que nos hemos gastado. Me recuerdas a esos
robots de plástico que se venden en las ferias y que funcionan a pilas. El
robot se mueve enérgicamente al principio y ralentiza su paso conforme las
pilas se agotan. A veces pienso que los libros han tenido un efecto tan
enfermizo sobre mí que acabo esperando rosas donde solo hay tierra que ni
siquiera has podido cultivar. Has pronunciado un “no puedo hacer nada más” que
se queda corto dentro de mi abanico de posibilidades. Altas montañas
convertidas en cenizas con el pestañeo de mis ojos, arboles rotos que he vuelto
a levantar con las manos heridas y llenas de sabia; tal vez para mí siempre hay
una posibilidad.
Siempre la hay.
No hay comentarios:
Publicar un comentario