
Y bueno no nos
podemos quejar, estamos rodeados de normas que hay que cumplir de forma diaria
y que nos obliga a no comportarnos como orangutanes. “No supere los 120 por la
carretera”, “Prohibido fumar en este establecimiento”, maneras y formas de
educar a los ciudadanos de un lugar llamado mundo, como dice ese buen hombre en
el anuncio de San Miguel. Luego están las
reglas místicas, esas que acatamos porque queremos “honraras a tu padre
y a tu madre”, “no mataras” comentan los catequistas todas las semanas. Y qué
me vas a contar, luego acabamos poniendo los cuernos a la mujer, pero oigan,
ahí están las normas místicas; para guiarnos hacía la luz o para ver el final
de camino. Y por último y no por ello menos importantes están las normas
establecidas para todo grupo de amigos (debo señalar que no para todo el mundo
existen solo tres niveles). Bueno, realmente no hay una norma escrita, lo único
que guía a esta panda de desarrapados es la conocida como LEALTAD. Podríamos
buscar el término en Wikipedia y aparecería algo así como “fidelidad”. Qué
queréis que os diga, yo no soy mucho de enciclopedias pero hoy me encuentro con
el suficiente buen humor como para contaros que es para mí eso de la lealtad. Según las leyes no escritas del Hamijos, pero
si aplicadas por amor, la lealtad
consiste en hacer piña cuando uno de muchos está mal y formular acciones
motivadoras que sirvan de apoyo para éste, o aguantar a las afueras del
hospital hasta comprobar que aquellos accidentados están en condiciones óptimas
(todo esto como los gitanos y siempre de buen humor). Según las leyes no
escritas pero si aplicadas por diversión los viernes son viernes de cerveza y
coca-cola (fría, que no caliente), de bromas tomadas con buen sentido del humor
y bromas peligrosas (ya sean con mayonesa o cerveza agitada). Están también las
leyes no escritas pero si aplicadas por felicidad como “Se intentara ir a
Benidorm todos los años que sea posible” pero siempre, siempre, siempre habrá un fin de semana para lanzarse como
cabras por el monte. Y así todos los miembros del equipo sabrán y conocerán
todas las marcas de DH habidas y por haber. Así pues si dos hamijos deciden
sacar adelante un negocio todos y cada uno de los miembros del grupo apoyaran
esta iniciativa trabajando duro, pintando, colgando paneles, aportando ideas,
asistiendo a la inauguración, ayudando a las tareas cuando “se pasa por allí”,
proclamando a diestro y siniestro lo buenos que son; dando la mejor imagen de
lo mejor de los amigos. Eso es lealtad, hacer nuestro el negocio de nuestros
amigos, cuidándolo como si fuera nuestro pequeño tesoro.
VidaBikes se
convirtió en un pequeño puzzle en el que las piezas encajaban a la perfección,
sin embargo y para sorpresa la nuestra hay piezas que se rompen, y en esta ocasión fue uno de los pilares que
sostenía nuestro pequeño tesoro el que decidió actuar egoístamente y destruir
lo que con nuestras manos e ilusión habíamos empezado a querer.
He guardado
silencio tantas semanas que en ocasiones la ira y la vergüenza por aquellos que
nos pusieron la zancadilla pasaron a formar parte de mí. Lo que en un principio
era odio pasó a ser tristeza y con el tiempo solo hubo sitio para la resignación
y la pena. Pena no por mí, no por nosotros, sino por vosotros. Gente incapaz a
simple vista, pero capaz en el fondo de hacer un daño inimaginable.
Y es que éstas,
las que pensáis son frases dirigidas con resentimiento no son sino un sutil
aviso de lo que os espera. Y no, no hablo de venganza, hablo de soledad.
Más allá de todo
esto, y con ganas de no perder ni un segundo más hablando de aquellos que no lo
merecen, mencionar a la única persona que ha estado al pie del cañón. En las
malas y en las muy malas. La persona que cogió el mando del navío sin
tripulación y consiguió seguir creciendo. Para ti Victor todo nuestro apoyo y
nuestro amor, algún día serás grande y allí estaremos todos para verlo de nuevo.
Esto no es el principio del fin sino el principio de nuevos proyectos, nuevas
ilusiones y nuevas aventuras. Y recuerda que mientras la tormenta amaina
nosotros seremos las piernas en las que apoyarte cuando éstas fallen y seremos,
si hace falta, los pulmones que te
permitan respirar cuando te falte el aliento
Que VidaBikes
quede en el recuerdo de todos. Que únicamente recordemos lo bueno.