domingo, 20 de julio de 2014

Andrea.


Que se te desencajen las mandíbulas de tanto apretar, que tiemblen los dientes, que duelan hasta las uñas. Que el escozor no solo repose en los nudillos, que recorra todo tu cuerpo. El golpe ha sido lo de menos; el alcohol es el mejor de los amigos en estos casos, los golpes en el corazón son los que de verdad importan. Han agarrado el nuestro con las palmas, ahogándonos, dejándonos sin aliento. Y ahora que tenemos las manos vacías (y doloridas) y que nos han arrebatado a lo que más queríamos y lo que más deseábamos, a tientas, nos obligamos a levantarnos. Con las rodillas sangrando por el paso de los días, derrotados por las batallas perdidas, resentidos los ojos de tanto llorar la ausencia, la casi muerte y la falta de tiempo para nosotros. Porque tú misma lo dijiste “es surrealista”; mientras otros, a día de hoy, dicen “bienvenidos al mundo real”.

Voy a apretar el gatillo lo suficientemente fuerte como volarte la cabeza en mil pedazos, Destino. Si es que eres tú, maldito bastardo, el culpable de tanta mala suerte. 

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