domingo, 20 de julio de 2014

Andrea.


Que se te desencajen las mandíbulas de tanto apretar, que tiemblen los dientes, que duelan hasta las uñas. Que el escozor no solo repose en los nudillos, que recorra todo tu cuerpo. El golpe ha sido lo de menos; el alcohol es el mejor de los amigos en estos casos, los golpes en el corazón son los que de verdad importan. Han agarrado el nuestro con las palmas, ahogándonos, dejándonos sin aliento. Y ahora que tenemos las manos vacías (y doloridas) y que nos han arrebatado a lo que más queríamos y lo que más deseábamos, a tientas, nos obligamos a levantarnos. Con las rodillas sangrando por el paso de los días, derrotados por las batallas perdidas, resentidos los ojos de tanto llorar la ausencia, la casi muerte y la falta de tiempo para nosotros. Porque tú misma lo dijiste “es surrealista”; mientras otros, a día de hoy, dicen “bienvenidos al mundo real”.

Voy a apretar el gatillo lo suficientemente fuerte como volarte la cabeza en mil pedazos, Destino. Si es que eres tú, maldito bastardo, el culpable de tanta mala suerte. 

lunes, 7 de julio de 2014

Begoña.


Puede ser que ahora que ha vuelto la muerte a chasquear los dedos para llevarse una vida he vuelto a saborear lo que es despertar un lunes cualquiera a tu lado. He tocado los lunares de tu espalda como si fuera la última vez y los he memorizado a pesar de tu “es imposible que los cuentes todos” porque a lo mejor algún día dejan de ser. Y cuando digo ser me refiero al verbo existir.

He cogido el mapa de la vida entre mis manos y he llegado a perder el equilibrio por completo ante la posibilidad de. Un sorteo para el que nadie compra papeleta pero todos podemos ser elegidos. Sabéis de qué os hablo. Porque a veces incluso los corazones más rígidos y valientes pueden dejar de latir. Así sin más. De un chasquido. CHAS. Se acabó.

Y que el mundo, sin tu quererlo, se venga abajo.


No te acabes nunca, por favor.