sábado, 31 de mayo de 2014

Vera.


De tú a tú. No hagas de lo nuestro la rutina de quienes siempre desayunan tostadas con mermelada y café. Parece que hoy tienes prisa por librarte de mí. Como cuando me dices que los besos no hay que darlos a todas horas, porque sino al final te acostumbras y se escapa el amor. Y a mí me entra la risa. Yo creía que el amor estaba para gastarlo, y más aún cuando se es rico. ¿Por qué iba a andar tomando cucharitas pudiendo dar grandes tragos?

- Mira, algún día no estaré. No porque no quiera sino porque pase algo, y te preguntarás que hacer con lo sobrante. Que vendérselo a otras no sirve de nada cuando sabes que pertenece a otra persona. Porque a mí me sobran ganas pero me faltas tú. No tú frío. 
Tú dejándote querer. 

martes, 20 de mayo de 2014

Sandra.

Como cuando decidí que debía ser yo quién me salvara a mi misma de mi otro yo.


Y yo que pensaba (infeliz de mí) que, una vez superado el lunes, el martes sería menos de la mitad de cruel que un “comenzamos la semana, de nuevo”. PERO (siempre hay un pero) hoy me ha llovido. No sé si me explico. Trabajo (mucho trabajo), caras impacientes, pérdida de documentación, caras de inexpresión y caras demasiado expresivas (de esas que llegan hasta el suelo), desorientación temporal y ganas de disparar. Por llover me ha llovido hasta agua. Que paraguas tenía, sí. Pero nunca sales del todo preparada para días así, de tormenta apocalíptica. No sé si me explico.

Y mientras luchaba paraguas en mano, achicando el agua de mis zapatos como bien podía, mi mente (que actualmente se encuentra en un estado inusualmente latente de FUERZA) ha repetido en voz bajita “FILOSOFÍA”. Imagino que la droga del sueño y el hambre actúan en momentos así para lograr la supervivencia del cuerpo y la mente. Eso o la desesperación del momento. Sí, tal vez sea eso lo que me ha hecho reír mientras buscaba un bote salvavidas al que agarrarme. Pero reír con ganas, no os creáis.

Porque podría ser peor, podría haber perdido la esperanza. No sé si me explico.

Hoy soy más fuerte que nunca.


sábado, 17 de mayo de 2014

Alba.


El hogar está, no donde resides, sino donde el corazón señala. El mío por ejemplo apunta al sur. Huele a tierra mojada  cuando hay tormenta y a albaricoque en época de primavera. Huele a incienso en mayo y lumbre en navidad. Huele a familia, a libertad y saber…sabe mejor aún.  A vino, a caldereta, a torrijas, a libertad. Siempre libertad. Como cuando subes a la Sierra y tienes el campo a tus pies. Y agarras a tu amiga de los hombros y le dices “todo esto que ves hija, algún día será tuyo” y reís bromeando. Y bonito no es suficiente, bonito se queda corto. Porque atardece y los molinos se funden con él. Colores del verano que se mezcla con los orgullosos gigantes, en lo alto del pueblo, siempre guardianes de él.

La parra no cubre todo el techo lo que permite al sol colarse a mitad de mañana. Son muchas las ocasiones en las que decido hacer del patio mi sitio particular, guardo silencio y escucho. Oigo a los pájaros en el laurel y a las avispas zumbar a mí alrededor. A veces reclino la cabeza para captar todos los rayos de luz que me sean posibles y cierro los ojos. No puedo evitar pensar en que si el cielo existe debe ser parecido a esto. Y sonrío.

Estoy en casa.

Estoy en mi hogar.