domingo, 28 de julio de 2013

Elvira.


Aquí estoy, en una de esas estaciones de tren que guarda un alto nivel de corazones rotos y soledad. Después de dos semanas teniendo un hombro en el que dormir ¿Cómo esperas que consiga conciliar el sueño sola a partir de ahora? Ya no habrá más besos a media noche ni te quieros susurrados al oído, pronunciados cuando estás en el más profundo de los sueños y nadie me escucha, solo tú. Y es que solo tengo ganas de seguir los raíles de esta lúgubre estación y caminar dirección a “mi salvación” como solía llamarte en un principio.
En el octavo vagón recuerdo ese “faltas” escrito en un sencillo mensaje al que le falta un “me”, porque el resto de personas no necesita de mi cuerpo, de mi risa y mi media sonrisa para sobrevivir. Solo tú. E inevitablemente mi mente viaja a través de tus palabras “Tienes un lunar en el oído, aunque dudo que alguien más lo sepa”. Y me siento feliz. No he podido elegir mejor compañero de viaje. 

Me haces tener las mejores vistas de la vida.

domingo, 21 de julio de 2013

Natalia.


- Dicen que has vuelto a quedar con maría, que la respiras día si día también, que buscas a menudo polvo con el que alimentar los fantasmas que te persiguen a media noche. Dicen que has cambiado la cerveza barata por el whisky en copa de cristal, que visitas los bares cada vez más. Que piensas recorrer en agosto las islas del Mediterráneo en busca de consuelo y compañía. Que ya son varias las mujeres que han pasado por tu cama y no has quedado satisfecho. Qué pena que en este juego no pueda devolverse el dinero –pensabas al acabar todas las noches-. Dicen que andas regalando besos pero que ni siquiera son de esos que merece la pena probar. Que lo intentas, que acaricias sus rostros con ternura, pero que sus pieles nunca son tan dóciles como la suya, que las miras intentando ver más allá, pero sus ojos no consiguen atraparte ni la décima parte que sus pupilas. Dicen que tienes pensado saltar por acantilados en busca de adrenalina y algo que erice tu piel. Quizás el mar se trague todo lo que abre tus heridas cada domingo. Dicen que jamás volverás a verla. 
- Jamás es demasiado tiempo. Estoy seguro de que nos volveremos a ver, quizás, en el infierno. 

viernes, 5 de julio de 2013

Jara.

¿Arriesgo demasiado hablando en general? Las mujeres estamos capacitadas para tener varias personalidades en un mismo día, incluso me arriesgaría a decir que en un periodo de media hora. Somos seres extraños de sentimientos indeterminados y por definir, nos dejamos llevar por expectativas y nos alimentamos de ellas. Culpables o no, las hormonas, esas que suben y bajan a su antojo, modifican nuestro estado de ánimo pudiendo pasar de la más feliz de las alegrías a la más triste de las desgracias. Somos inestables, alterables y modificables si el hombre así lo desea. Triste, pero cierto. Creamos problemas donde no los hay y damos demasiada importancia a pequeños detalles que no deberían tenerlos. Las mujeres nos equivocamos. Muchas veces, todas las que sean necesarias. Lo bonito, y ahora sí hablo en particular, es mi manera de pedir perdón. Comienzo sonriendo y obligo a mis neuronas a pensar “aprovecha tu tiempo con él”, empujo de manera consciente lo que me molesta y “le quito hierro al asunto”. Una vez terminada la primera fase solo hay que buscar el momento adecuado para abrazarlo, no importa lo mucho que tarde, debe llegar si la persona es importante. Después solo hace falta un “lo siento”. Pero cuidado, no es una palabra que deba utilizarse a la ligera. Justo cuando se pronuncia el orgullo, altanero e indisciplinado, comienza a descomponerse y la coraza, fuerte y rígida como una roca, se tritura en pedacitos. Y así me dejo ver, tal y como soy. Porque todo se resume en las veces que mi mente te dice te quiero pero mi boca no lo pronuncia, por ello no hay equivocación o error que merezca destruir nuestro momento. Te digo lo siento en un susurro y me coloco en tu clavícula. Busco recuperar mi tiempo perdido.

Si habéis llegado hasta aquí pensaréis ¿y que recibió?


Indiferencia.