“También es vida eso que no
cuentas a nadie”
Te quiero no solo cuando hacemos el amor. Te quiero
cuando lo hacemos y aprieto fuerte tu espalda con mis manos para que no me
sueltes. Te quiero cuando acurrucas tus labios en mi cuello en busca de un, vulgarmente
conocido, kit-kat. Porque la rutina es dura y nada podemos hacer aquellos que aún
buscamos la manera de ser libres con poco. Nada salvo esperar y salvarnos por el camino tú y
yo.
Te quiero cuando haces de la música el mejor acompañante de la escena principal. “El problema es que las películas de hoy en día nos dan
una imagen errónea de lo que es el romanticismo”. Romanticismo es no mirarse a
los ojos después del mejor affaire entre personas que conocen todas y cada una
de sus rarezas, es pensar en la cena que vendrá después mientras echamos un
pulso chino en la lucha por el mejor postre. Porque cuando no puedo comer más y
mi estómago dice BASTA hago trocitos pequeños y bebo constantemente agua. Pero nadie más que tú, se ha fijado en ello.
Los ojos ciegos de vista perfecta aún no lo saben pero son
muchas las veces que me dices te quiero sin pronunciar ni una sola palabra con
tus cuerdas vocales. La naturalidad y sus peculiaridades, nuestras costumbres.
Nuestros pies fríos buscándose entre las sábanas para equilibrar temperaturas. El
tiempo, y saberte mío después de seguir tachando días, meses y años en el
calendario.
Un beso en nariz.
El mejor te quiero del mundo es justamente eso.
Y basta, sobra y alcanza para hacerme feliz.