domingo, 15 de enero de 2017

Macarena.

“También es vida eso que no cuentas a nadie”


Te quiero no solo cuando hacemos el amor. Te quiero cuando lo hacemos y aprieto fuerte tu espalda con mis manos para que no me sueltes. Te quiero cuando acurrucas tus labios en mi cuello en busca de un, vulgarmente conocido, kit-kat. Porque la rutina es dura y nada podemos hacer aquellos que aún buscamos la manera de ser libres con poco. Nada  salvo esperar y salvarnos por el camino tú y yo.

Te quiero cuando haces de la música el mejor acompañante de la escena principal. “El problema es que las películas de hoy en día nos dan una imagen errónea de lo que es el romanticismo”. Romanticismo es no mirarse a los ojos después del mejor affaire entre personas que conocen todas y cada una de sus rarezas, es pensar en la cena que vendrá después mientras echamos un pulso chino en la lucha por el mejor postre. Porque cuando no puedo comer más y mi estómago dice BASTA hago trocitos pequeños y bebo constantemente agua. Pero nadie más que tú, se ha fijado en ello.

Los ojos ciegos de vista perfecta aún no lo saben pero son muchas las veces que me dices te quiero sin pronunciar ni una sola palabra con tus cuerdas vocales. La naturalidad y sus peculiaridades, nuestras costumbres. Nuestros pies fríos buscándose entre las sábanas para equilibrar temperaturas. El tiempo, y saberte mío después de seguir tachando días, meses y años en el calendario.

Un beso en nariz.
El mejor te quiero del mundo es justamente eso.
Y basta, sobra y alcanza para hacerme feliz. 

sábado, 7 de enero de 2017

Angélica.

"Porque ese alguien no seremos tú y yo."

Dame tiempo.
Aún siento.
El corazón palpitar y  el haberte perdido.
El no haber sabido que “amor de mi vida” no siempre significa que vaya a salir todo bien.
Que mi amor, fuiste real,
pero que la vida no supo darme razones para quedarme entonces.
Razones que ahora vienen para quedarse aunque los trenes hayan dejado de pasar.

Dame tiempo.
Aún no se oye el silbato de “salida” en la estación.

Aún siento.
Que estas aquí.
Aunque solo sea capaz de verme  reflejada a mi misma  en el cristal.
Mi primer propósito del año será intentar ver a través de él cuando viajemos de noche.
Porque tal vez es, al otro lado,  donde se encuentran tus ganas de verme.
Como el deseo de gritar de una niña de seis años en el vagón de silencio,
así se me cosen los labios al alma.

Solo espero.
Que el último día del año no signifique que eres el primer adiós de mis próximos 365 días.

Que en los últimos segundos del año se me atragantan los miedos.
Y las uvas solo son el sinónimo de que esta noche vamos a bailar.
Juntos pero no de la mano.

Dame tiempo.
Aún siento.
Aún dudo.
Y tú,
aún lastimas.