jueves, 18 de febrero de 2016

Sonia.


Hace ya tiempo que escribí sobre mis manos “Ojos que no ven corazón que te echa de menos”. Y me estoy quedando sin refranes inventados para decirte, simplemente, la palabra “vuelve”. El diagnóstico dice que soy tartamuda de actos. Que cuando quiero echar a correr en tu dirección pongo el pie en la calle y digo “mejor no”, y me quedo a medio camino entre mis ganas y tu indiferencia.  

Vu.  Vu.  Vu. Vuela lejos, amor mío. Te miro, sonrió y digo “hasta pronto”.

A lo mejor es eso. Que como nunca has estado aquí no puedes regresar. Y donde antes había  rincones inhóspitos que llenabas de vida, ahora solo quedan cuervos, ingratos y desagradecidos alimentándose de gritos mudos llenos de pena contenida.  Y donde mis pestañas se hundían en tu piel y tu olor lo impregnaba todo, ahora solo queda rímel gastado y un par de barras de labios para salir. Como si al vestirme de rojo fueras a decir de nuevo,” Lo apuesto todo al número 32”.

Que nuestro portal sigue preguntándose por qué no llamas de nuevo al timbre y dices “yo”. Que sigo agarrando el picaporte para gritarte desde lejos “vuelve”, pero me quedo a medias, entre tu rechazo y mi culpa, y por tartamuda solo soy capaz de cerrar la puerta. Que lo aposte todo al 32 y al “nosotros” y me quede sin nada.

Que desde entonces ni vivo. Ni muero. 

Ni tuya.  Ni mía.

lunes, 8 de febrero de 2016

Camelia.


De mi lista de historias de amor solo una se clasifica en el pasillo del te quiero sano. Una dieta estricta basada en 1 o 2 piezas de “tengo ganas de verte” semanal. Dulces como un “buenos días”, rico en azúcar, es esencial para sobrevivir de lunes a jueves. Para los fines de semana la cosa se vuelve  más flexible, te dejo tu espacio pero por favor, llénalo antes de que llegue el domingo de “ojalá viernes de nuevo”. Sábado de resurrección para conseguir un extra de energía. Dicen los médicos que como complemento debemos ingerir una importante ración de buen humor y humor del bueno. De eso, por suerte, tomamos a diario. Hoy para cenar toca algo ligero, un abrazo, un mordisco de oreja y un “buenas noches mi amor”.

Que poco me cuesta estar a dieta de ti.