Había comprado el
billete hacía ya meses. Le prometió que iría a verla pronto. Había dedicado su
vida al trabajo, pese a su juventud. Era hora de tomarse un respiro y dedicarle
tiempo a aquello en lo que realmente creía. Trazó un plan. Al acabar haría las
maletas, viajaría en autobús y recorrería cientos de kilómetros a través de las
vías del tren para cuidar de ella. Viajaría sola para cumplir una promesa.Pero
sonó el teléfono. Y todos sabemos que las llamadas inesperadas son sino las más
felices de nuestras vidas, las más tristes.
Cogió su billete
e hizo la maleta. Viajo sola para cumplir una promesa. Al llegar compró
margaritas y se desplomo sobre ella. “Yo cuidare de ti a partir de ahora”
repitió una y otra vez. “Tu lápida será la más bonita de todas” sollozo. No
dejó que la viera por última vez. No dejó que cuidara de ella.
La vida no espera
a nadie, y ella no me espero a mí.
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