domingo, 1 de febrero de 2015

Virginia.


Había comprado el billete hacía ya meses. Le prometió que iría a verla pronto. Había dedicado su vida al trabajo, pese a su juventud. Era hora de tomarse un respiro y dedicarle tiempo a aquello en lo que realmente creía. Trazó un plan. Al acabar haría las maletas, viajaría en autobús y recorrería cientos de kilómetros a través de las vías del tren para cuidar de ella. Viajaría sola para cumplir una promesa.Pero sonó el teléfono. Y todos sabemos que las llamadas inesperadas son sino las más felices de nuestras vidas, las más tristes.

Cogió su billete e hizo la maleta. Viajo sola para cumplir una promesa. Al llegar compró margaritas y se desplomo sobre ella. “Yo cuidare de ti a partir de ahora” repitió una y otra vez. “Tu lápida será la más bonita de todas” sollozo. No dejó que la viera por última vez. No dejó que cuidara de ella.

La vida no espera a nadie, y ella no me espero a mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario