lunes, 19 de enero de 2015

Pilar.


El silencio se ha colado en casa sin avisar. Ya no suena la máquina del oxígeno, ya no suenan los aerosoles, ya no escuchamos tu tos en medio de la noche. Que difícil se hace tener que decirte adiós. Que complicado se hace hablar en pasado cuando todos deseábamos que fueras parte de nuestro presente y futuro. Un futuro que se plantea insípido sin tus catas de tomate, mudo sin tus frases hechas, triste sin tus besos.

Cierto es que hoy deberíamos sentirnos más solos que nunca, no obstante hay algo en mi corazón  que me dice que no estamos solos; a partir de ahora la fuerza que demostraste todos estos años atrás será la misma fuerza que nos levantara en los peores momentos. Tu sonrisa cómplice será aquella que mostraremos cada mañana al levantarnos y el cariño que nos diste será el que guardaremos para dar a los demás. A partir de ahora vamos a ser más valientes que las pesetas.

Todas estas pequeñas cosas han hecho de ti una amiga, una esposa, una madre y una abuela ejemplar. 
Una mujer increíble.

El sábado comimos porras con chocolate para celebrar tu cumpleaños, aunque aún no había llegado el día, aunque tú ya no estabas entre nosotros. A llegado el lunes y con él tus 86 años. Nadie ha cogido el teléfono para llamar, nadie ha podido felicitarte.

El silencio se ha colado en casa sin avisar. 
Ya no suena la maquina del oxígeno. 
Ya no suenan los aerosoles. 
Ya no escuchamos tu tos en medio de la noche. 
Por fin respiras tranquila, por fin descansas libre. 
Al fin vuelas alto, muy alto. Para cuidar de nosotros estés donde estés.

Gracias por habernos hecho tan felices durante todos estos años.

Feliz cumpleaños abuelita.

sábado, 10 de enero de 2015

Brenda.


Hacer balance del próximo año. O poner en la balanza aquello que queramos pedir para este año nuevo.

50 aumentos de ritmo cardiaco, para recordarme que sigues ahí.
12 libros por cada mes que tiene el año.
6 kilos de fuerza, por si la cosa se ponen fea.
4 kilos de energía a repartir todos los días a las 8:06 de la mañana.
3 litros de lágrimas provocadas por la risa.
970 gramos de ilusión, para perder el norte cuándo sea necesario.
400 gramos de voluntad para dar el primer paso, aunque sea descalza.
250 gramos de curiosidad, para conocerte mejor.
7 centímetros de sonrisa.
10 decibelios de tu respiración en mi cuello. 
5 golpes de suertes.
365 días del año.
2 billetes de ida, 1 mapa.
1 persona, tú.

sábado, 3 de enero de 2015

Ana.


Ya ha pasado otro año más, ojos salvajes. Nos arrastró de enero a marzo con la fuerza de un huracán. Tu mirabas de reojo como me hacia mayor mientras yo agarraba mis pulmones con las manos.  
Me ahogaba y llego Junio.

Y nos despertamos un martes cualquiera con la sensación de que si existía un suelo bajo nuestros pies, ya no lo había. El mundo se nos caía encima. La gravedad hizo su trabajo e intentar sostenerse sobre las piernas fue imposible. Tan imposible como esfumarse de la noche a la mañana, tan imposible como que tu propio corazón no te deje latir. Temblaba. Me ahogaba de nuevo y cogí tus pulmones entre mis manos para hacerlos respirar. Debía mantenerte en este mundo lo más cuerda posible. Pero.

Es imposible mantener siempre a salvo un corazón arrastrado por la gravedad.  
Te ahogabas sin remedio y nos atravesó Diciembre.

Ha llegado Enero, ojos salvajes. Ha llegado con ganas de verte(nos) respirar. Con los pulmones hinchados de esa hormona del placer que los científicos llaman serotonina. Con los ojos rebosantes de ganas de vivir. Con la certeza amiga, de que no hay años malos. Solo complicados.


Ha llegado Enero, ojos salvajes. Y debemos seguir caminando.