lunes, 17 de abril de 2017

Agustina.


Saben dónde encontrarse pero fingen.
Miradas perdidas.
Desinteresadas.

El tira y afloja más largo del mundo.
La guerra con menos supervivientes de la historia.


Maldito gilipollas.
Sabes que un paso mío al frente,
firme, preciso,
es una pisada tuya en falso.

Que en el juego de a ver quién puede más yo soy capaz de contener la respiración más vidas que tú. 
Aquí, en la superficie nostálgica 
y en la profundidad triste de la ignorancia 
de quién sabe que está haciendo daño y mira para otro lado.

Que te jodan bien, así, textualmente.
Y que nunca me eches en falta.

Que sigas rehuyendo mis miradas.
Desprecios que admiten que esto (todavía) sigue siendo tan complejo como la respuesta a un problema de equilibrios térmicos.
Solo que aquí hay dos personas bajo cero 
y templar el agua es imposible si no es a base de tiempo.
Que tus ojos han dejado de coincidir con los míos.
Que me has negado más veces de las que Pedro negó a Jesús.
Qué no hay elección cuando el final de dos depende de otra persona que no es uno mismo.
Que existen suficientes motivos para decir que esto:

es

la

guerra.

Y que ahora me toca jugar a mí con el “si te he visto no me acuerdo” por bandera.

Pienso hacerte todo el daño del mundo.
El que esté en mis manos.
Y mi corazón.