Saben dónde
encontrarse pero fingen.
Miradas perdidas.
Desinteresadas.
El tira y afloja
más largo del mundo.
La guerra con
menos supervivientes de la historia.
Maldito
gilipollas.
Sabes que un paso
mío al frente,
firme, preciso,
es una pisada
tuya en falso.
Que en el juego
de a ver quién puede más yo soy capaz de contener la respiración más vidas que
tú.
Aquí, en la superficie nostálgica
y en la profundidad triste de la ignorancia
de quién sabe que está haciendo daño y mira para otro lado.
Que te jodan
bien, así, textualmente.
Y que nunca me
eches en falta.
Que sigas
rehuyendo mis miradas.
Desprecios que admiten
que esto (todavía) sigue siendo tan complejo como la respuesta a un problema de
equilibrios térmicos.
Solo que aquí hay
dos personas bajo cero
y templar el agua
es imposible si no es a base de tiempo.
Que tus ojos han
dejado de coincidir con los míos.
Que me has negado
más veces de las que Pedro negó a Jesús.
Qué no hay
elección cuando el final de dos depende de otra persona que no es uno mismo.
Que existen suficientes motivos para decir que esto:
es
la
guerra.
Y que ahora me
toca jugar a mí con el “si te he
visto no me acuerdo” por bandera.
Pienso hacerte
todo el daño del mundo.
El que esté en mis
manos.
Y mi corazón.