Me has invitado a la fiesta de la hipocresía, al espejismo
de una suculenta vida, y yo, que soy más de ser neutral y no pisar con zapatos la
tierra de nadie, me he visto zambullida en un contenedor de basura lleno de
rencor. Contoneas tu sonrisa de lado a lado fingiendo una extrema felicidad
mientras a escondidas siseas, como las serpientes, que quieres salirte con la
tuya. Mustio sentido del humor y decencia de quién prefiere herirte bromeando y
bromea sin saber si le han dado vela en nuestro entierro o en el suyo. Y puede
que me hayan hecho daño, sí, pero si me han escupido ha sido a la cara. Que el
karma reparta suerte, que mientras yo le
echo un órdago a la vida tu apuestas por el equipo perdedor, el de morderte la
piel y morir envenenada. No hay nadie vivo o muerto que pueda salvarte, y esto es así.