miércoles, 30 de septiembre de 2015

Zahara.


No es que me guste ir en el asiento que va hacia atrás en el autobús, es que soy una antisocial en mis días de chubascos. Me he sentado en un rincón, puesto las gafas de sol y cerrado los ojos con rapidez. Voy de camino a la depilación laser, ¡y como duele joder! Quién diga lo contrario se equivoca. En esos días de nubes y claros esas pequeñas cuchilladas se soportan con algo de dignidad. En los días de chubascos cierras los parpados con fuerza y te cagas en la pobre mujer que solo está haciendo su trabajo. Abro los ojos y ahí está, el reflejo de un cuerpo escombro. No en ese sentido joder, me refiero a que estoy destruida. Y me fijo, de repente,  en las comisuras de mis labios, en lo tristes que están. Pobres comisuras. ¿Alguna vez les hemos preguntado que tal les va? Ahí las tenemos, sometidas a una dictadura feroz,  obligadas a crea un ángulo curvo dirección al subsuelo cuando nos sale del pinrel. Me pongo los auriculares, suena “Caída libre” y recuerdo aquella noche en Casablanca. El dj “hipster” de aquel local de moda trataba de poner míticos temazos mientras el resto ahogábamos nuestras penas en mojito de cerveza. Supersubmarina sonaba cuando le pedí entusiasmada “Bailarás mi rubia para mí”. Momento mítico también el de mi cara de póker cuando soltó por esa boquita “¡Pero si  E S A  es muy lenta!  

Ese tío  C L A R A M E N T E  no sabía (ni sabe) que Yola mola mil. Y sonrío. Hay canciones capaces de salvar vidas. Y días.

He llegado sin darme cuenta a la puerta, una pareja de ancianos que ronda los 85 años como mínimo intenta acceder al interior mientras se colocan las muletas correctamente. Madre mía, ¿qué probabilidad hay de que no se la peguen?. Sujeto la puerta y les acompaño al ascensor. El hombre casi sin aliento dice “Hoy utilizo el ascensor pero todas las mañanas subo andando hasta el tercer piso”. Flipo en colores y respondo “¡Pues ya hace usted más ejercicio que yo!”. Sonrío. Sin previo aviso escupe por su boca una bala, un órdago en el mus.

-          - Cincuenta y dos escalones ni más ni menos.

“Coño, pero si prácticamente no puede andar.” Salen de ascensor, la puerta se cierra. Mierda, ya está aquí la lección del día. Tarareo “Y saldrá de nuestra flaqueza, energía que no teníamos.” y sigo caminando. Las comisuras de mis labios llaman a la puerta, me piden permiso para sonreír, y yo amablemente les respondo:

-         -  Adelante, mañana será otro día.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Summer.

Si Whoopi Wodlberg dijo en una de sus películas “si te despiertas por la mañana y solo piensas en cantar, eres cantante” entonces yo, ¿soy escritora? Me retuerzo en el dolor de Septiembre. Un Ibuprofeno de 600, por favor,  para esta falta de libertad que otorga la sal en los labios y la arena sobre los pies. Un Strepsils para el carraspeo de mi garganta, que arrastra incertidumbre y falta de amor. Porque los corazones cambian de personalidad al sol. Y no pregunto. Tal vez por eso regresamos a casa arrastrando los pies por el asfalto, con dudas sobre los hombros y ansiedad entre los dedos. Empieza el año nuevo para los escritores y queremos empezar de nuevo.  Así que repetimos:

- Septiembre, no vas a poder conmigo.



 ¿ Y  t ú ? 
¿ Q u é  e r e s  t ú ?