Los ojos de los asistentes en la sala se clavaban
en mí. Sus caras de incredulidad ante la situación eran evidentes. Cogí mi vaso
de whisky, el mismo con el que horas antes había brindado en su honor, le di un
último sorbo y salí de allí con la cabeza demasiado alta para alguien situada
siempre a la sombra de los demás. Recogí con mis manos el vestido de seda negro
y me quite los zapatos con rapidez. Aquel carnaval de mascaras con hombres sedientos de poder y mujeres
cuyos tacones determinaban su estatus social no estaba hecho para mí. Descendí
las escaleras prácticamente corriendo y me aleje de aquel lugar. Los rizos
empezaron a caer sobre mis hombros desnudos con la misma facilidad con la que
aquella fiesta había caído en desgracia, pero ya no importaba.
- ¿Porqué lo has hecho?
El ruido de las olas no me había permitido escuchar
sus pasos y ahora se encontraba allí, detrás de mí, esperando una respuesta que
yo no quería dar.
- ¿Qué más da por qué lo haya hecho? -Dije sin tan
siquiera darme la vuelta.
- Si que importa -dijo cogiéndome bruscamente del
brazo y obligándome a mirarle a los ojos.-es tu hermana.
- Nunca ha tomado decisiones, ha dejado que las
cosas llegaran porque sí, fue la protegida de mis padres y nunca fue capaz de
tomar responsabilidades. Aquel hombre que estaba en el altar, con el que se ha
casado Helena, ha sido engañado por alguien egoísta que ha construido su vida
sobre una mentira. Él debía saberlo.
Me solté de su brazo y me aleje siendo consciente
de que no me seguiría.
- Él no te quiere. Él la eligió a ella, no a ti.
Me pare en seco fruto de la rabia producida por
aquellas palabras.
-Si no es mío, no será de nadie más.
Y desaparecí en la noche, sin mirar atrás.